miércoles, 18 de marzo de 2020

Embrujo Digital



Por Elsie Betancourt

            La tecnología y la comunicación sin fronteras, la felicidad del instante bien logrado ya sea por adquirir información relámpago, hacer pagos, visitar lugares, nos habrán hecho mejores seres humanos? Muchos podrían decir: Sí   !… De acuerdo, hay más conocimiento inmediato, pero hemos perdido un poco la noción del aprendizaje como herramienta formadora; para el ser humano que trae habilidad y adaptabilidad desde la cuna, éstas  se van diluyendo con el rápido embrujo que producen los medios masivos de comunicación y el entretenimiento fácil, que está al alcance de todos sin distinción de clases y de edades. El ser humano es el mismo desde hace miles de años. Nuestras características fisiológicas y mentales no han cambiado. Sin embargo, nuestra forma de comunicarnos si.

                Es común oír decir que hoy en día, los niños nacen con el chip digital incorporado. El manejo que un niño de 2 o 3 años tiene de un celular o una tableta supera al que pueda tener una persona de más de 60 años. Hay niños que sorprenden por la facilidad que tienen por ejemplo, de ubicar videos de su interés. “Controlada”, ésta es una herramienta valiosa para el aprendizaje, pero la “exageración” en su uso puede ser contraproducente. Los videojuegos por ejemplo,  parecen entre otras cosas,  traer alivio a los que lo juegan, hacen olvidar las preocupaciones, pasando por encima de la frustración, del miedo o de la inseguridad, pero a qué precio?  A buscar nuevos juegos en  búsqueda de nuevos alivios, parece un círculo vicioso.


             Ya cada vez menos, vemos que no hay familia, ni reunión, ni convivencia posibilitadora de un intercambio generacional. Los niños perceptivos, intuitivos, sensibles y de gran comprensión racional y que necesitan jugar y socializar, se distraen y “adormecen” todo crecimiento en la sensibilidad, el contacto directo y personal con el otro, por estar inmersos en lo digital.  Lo peor del cuento es que muchas veces, nosotros mismos (los padres) estamos ocupados con esos mismos distractores.      
       

             Con frecuencia vemos que hay niños que reciben comida sólo delante de una pantalla o se aquietan con ese distractor que logra tranquilizarlos, pero a cambio se pueden tornar más ansiosos, irritables e hiperactivos; esto nos debe plantear las opciones y oportunidades que tenemos para ejercer cambios en las costumbres que estamos inculcando… En el caso de los más grandes y adultos, a menudo un bip, una luz intermitente, una vibración, es un poderoso estímulo para dejar lo que se esté haciendo o leyendo para correr a averiguar quién está escribiendo o que post o video está en la red, estemos donde estemos. La concentración en tareas  o actividades es la que más está sufriendo. De ahí que la medida establecida por muchos colegios de prohibir el celular la considero sana.


             Al despertarnos, antes de ver los colores de un amanecer o el color de un nuevo día salimos a ver el aparatito que nos conecta con el mundo, como si fuera esa nuestra primera necesidad. ¿De qué nos estaremos perdiendo si dejamos a un lado ese artefacto en el que buscamos con afán respuestas y sentido a la vida? Pienso que de mucho… Para bien o para mal, el celular nos cambió la vida. Dejó de ser una extensión de nuestro cuerpo y nos beneficia con comodidad, pues pasó a ser el sustituto  de aquello que somos como seres humanos dotados de una inteligencia superior y muchas veces  nos quita la capacidad de sentir y pensar y nos hace meter en la onda de los expertos que manejan las avenidas de twitter, instagram, facebook, mensajes de texto, google, etc.

                En los espacios públicos, en los tiempos de espera, en el lugar que estaba la contemplación, hay ahora una costumbre y es la dedicación al aparatito. Ya los ancianos, necesitados de un tranquilo descanso ante esta vida que transcurre a millón, sufren la cómoda dependencia del minúsculo aparato. En la sala de espera del médico, por ejemplo, antes andaba uno callado o hablando sobre nada con cualquier persona que contaba su historia y nosotros la nuestra. Hoy damos más importancia a lo que pueda decir el móvil, pensamos que es más interesante cualquier noticia en la red. Estamos  más pendientes de las pantallas y menos del que tenemos al lado.


                             …Bueno es cilantro pero no tanto…  


              El informe: El futuro de las familias para 2030 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, aborda el papel de las nuevas tecnologías en el modo de vivir y en el uso del tiempo. Este, prevé que en 10 años disminuya el tiempo que invertimos en trabajar pero no la sensación de que se va rápidamente y no nos rinde. Esto, debido a la incidencia de las nuevas tecnologías responsables de que nuestra mente se mantenga en constante estrés. Paradójicamente, en estos tiempos del Coronavirus, la cara amable de lo digital está salvando la patria por lo de la conectividad  !.


                De ahí sale la opción de tomar consciencia, digo yo, de nosotros mismos y de nuestra importancia en la vida. Hay que salir del piloto automático en el que nos sumerge el embrujo digital y tomar las riendas de lo que queremos hacer, el propósito de trazar objetivos y una intención clara de hacia dónde vamos y que queremos conseguir. Cada vez crece mi admiración hacia los padres que le dan importancia a la formación integral de sus hijos en el ser. La vida es un cambio constante. Cada día hay que trabajar para ser la mejor versión de nosotros mismos pero sin “muletas” digitales. Hay que encontrar lo que motiva y dedicarle tiempo porque éste, es inexorable y pasa muy rápido.


nerea6@yahoo.com

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