Por Elsie Betancourt
La Psicología del Arte, es una
nueva rama de la Psicología que intenta explicar porqué todo lo relacionado con
la estética, nos genera placer y felicidad, especialmente la Música. Llegar a ser músico implica, así no lo crean
muchos, mucha dedicación, estudio y
práctica. El abanico de modalidades en la música es amplísimo. Desde la música
de conservatorio que requiere estudiar a fondo la gramática musical, la
historia de la música, el solfeo, piano, piano funcional, guitarra, armonía,
composición y otras asignaturas importantes en la formación “académica”,
pasando por la música “empírica” que es
la que muestran todos los que sienten desde su entorno, la sublimación de sus
experiencias cotidianas y quieren expresarlas con lo que tienen a la mano,
llámense instrumentos de su tradición cultural y/o los que vienen de otras
latitudes como por ejemplo el acordeón. Y las anteriores sólo son ejemplos, hay
muchas más posibilidades.
En pueblos primitivos o sociedades
complejas, la danza y la música han sido siempre facilitadoras de las
relaciones grupales que nos hacen ver lo positivo de las interrelaciones con
otras personas. Enfocándome más en la fiesta que estamos viviendo: El Carnaval
de Barranquilla, diría que es un evento “apoteósico” no sólo para la cultura
Caribe, sino para todo el país porque ahí se hermanan propios y extraños, no
hay diferencias culturales y lo que la engalana entre otras cosas, es la
música, (particularmente en desfiles), de los famosos y chéveres grupos de millo
y músicos en otros formatos.
¿Nos habremos detenido a pensar
cómo sería el Carnaval de Barranquilla sin la alegría que inspiran los
instrumentos típicos de la Costa como flautas de millo, gaitas, tamboras,
llamadores, alegres, guaches y maracas? El retumbar de éstos emociona y marca
el sello mágico que tienen la cumbia, el mapalé, el chandé, etc. esa sonoridad
que tienen no se iguala fácilmente y pareciera que llevaran en su interior el
espíritu del Dios Momo patrono de las festividades callejeras.
He leído que a principios del siglo
XX, en los clubes sociales de la ciudad se enseñoreaban las mazurkas, polkas,
valses y bambucos. Paralelamente la música popular colombiana se escuchaba en
el Salón Burrero de la Calle de las Vacas, abriéndole paso en esos sitios a un
simpático zoológico musical perteneciente al Caribe colombiano y así fueron
ganando renombre joyas musicales como La Vaca Vieja, El hombre Caimán, El Gallo
Tuerto, El Sapo, etc. desplazando a esas también joyas musicales de corte
internacional que reinaban en los clubes.
Ahora el cuento es distinto, porque
en ocasiones la chatarra sonora creada
por la industria del entretenimiento, se ha colado en todos los espacios
sonoros posibles ya sea radio, televisión, spotify, youtube, etc. Éstos en la
actualidad usando modernísimos sistemas de producción, en fríos estudios de
grabación que tienen todos los juguetes, despojados de la espontaneidad y
alegría natural del Caribe nos venden la música del siglo XXI.
Siempre se dice que nuestro mayor
patrimonio cultural está en la gran diversidad musical del Caribe. Indiscutiblemente el símbolo sonoro de
Colombia es la cumbia. Llama la atención que su difusión sea bastante limitada
así como otros géneros populares y aires folclóricos. Éstos debieran ser más
escuchados en la programación de las emisoras radiales que olímpicamente
ignoran la música popular tradicional.
Ese tambor que se repite en cientos de
toques y ritmos es un instrumento que nos une. El Patrimonio Oral e Intangible
de la Humanidad que ostenta el Carnaval de Barranquilla nos muestra que existe
una música, patrimonio de nuestra fiesta, una sonoridad que representa la raíz
y esencia de la misma.
La música ha desempeñado un papel
fundamental en la historia desde que el hombre la descubrió. Se utiliza para
tantas cosas que es casi imposible pensar en todas ellas; sin embargo
recordemos que la hay para celebraciones, ceremonias religiosas, ritos y danzas
para pedir lluvia o buenas cosechas; como método para relajarse, como forma de
diversión a través del baile o escuchándola en un auditorio; como ayuda para
enamorar a alguien, para tocar con amigos y así hasta el infinito… es un arte
con el que nos encontramos a diario, desde que nos despertamos hasta que nos
acostamos, sin ella, el mundo sería muy diferente, no me lo imagino.
Su majestad la Música, nos hace
disfrutar por la misma razón que nos gusta comer, saltar o correr. Se nos mete
debajo de la piel, creando sentimientos intensos y recuerdos bellos. Entre más
la apreciemos, mejor podremos expresarnos y mayor será nuestro entendimiento
sobre lo que significa ser humanos. No hay nada más básico que ella y al mismo
tiempo más complejo y hermoso.
nerea6@yahoo.com
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