domingo, 26 de julio de 2020

Cuenteando con Nietos...


Por Elsie Betancourt

            Reciban queridos lectores, un cariñoso saludo desde mi encierro. En esta ocasión para variar y no aburrirlos hablando y reflexionando sobre más de lo mismo, porque todavía no se ve la luz al final del túnel y como hay que “reinventarse”, se me ha ocurrido la idea (siguiendo una que tuvo mi hermana con sus nietos),   de poner a su consideración 5 cuentos cortos ilustrados de mis nietos, para que me ayuden a escoger cual sería “el mejor”, cada uno en su categoría. 

Hay 3 categorías:  

Categoría 1:
Top Secret  Mission

**En la categoría 3 Especial el participante todavía no escribe pero como si habla, le dictó a su papa el cuento e hizo el respectivo dibujo.

            No quiero sugerir esta actividad como un Concurso, porque no se trata de descalificar a nadie, sino motivar. Obvio pero habrá un premio. Así se ponen más pilas... Apreciaría mucho saber razones de la escogencia del mejor cuento. Al final hay una pequeña encuesta que facilitará la votación.

            Agradezco inmensamente su colaboración y será la oportunidad por un momento, de darle alas al niño que todos llevamos dentro. Creo que los cuentos infantiles hacen nacer y/o desarrollan la sensibilidad hacia la belleza y la expresión de ésta, ya que ejercitan la imaginación y la creatividad. Los escritores están muy motivados por participar, primero por el premio prometido y segundo porque van hacer algo distinto en sus rutinas diarias.

Plazo para votaciones hasta el día viernes 31 de julio a las 7:00 pm.

                                                           Gracias¡¡¡



lunes, 13 de julio de 2020

Desde la Ventana...



Por Elsie Betancourt

            Quien iba a pensar que ahora para espantar el aburrimiento en la mañana, en el mediodía o por la noche, los que estamos confinados en un apto. o casa, asomarnos por la o las ventana/s permite entre otras cosas, soltarle las amarras al aburrimiento, a la hartera de hacer todos los días lo mismo, ser atropellados por tanta información de virólogos, epidemiólogos y gurús pontificando sobre lo que nadie sabe nada. El esfuerzo que hacemos adultos y niños es gigante para no colapsar. Después de esos largos 4 meses y para mitigar ese estado de exacerbación, son muchas las alternativas que hay que buscar para  echarle un poquito de vitaminas a las rutinas.

            El encierro, como todos hemos experimentado, nos puede llevar a vivir un poquito  la vida del absurdo. Pareciera que no tenemos más que descubrir. La sensación de pasear por un precipicio que nos conduciría a enfermarnos, a caer voluntariamente al vacio a veces es más potente y es lo que nos lleva a guardarnos con miedo. Para no sucumbir en el intento de salir adelante,  hay que inventarse nuevas formas de activarse en el día.

            Por ejemplo, me encanta cuando me despierto bien temprano y oigo el canto fff (fortísimo) de los pájaros que deambulan por donde vivo. Me alegra el comienzo del día. Es un concierto precioso, que sólo se oye muy temprano en la mañana y se intensifica cuando va a llover. Me recuerdo cuando murió mi mascota Nicanor hace algunos meses y me propuse tener una mascota  “libre” junto a mí. Pensé en tener un pájaro que quisiera hacerme compañía en la ventana. Hasta iba a comprarles una casita. Empecé a poner alpiste, para ver si  los atraería. Pero que va, pasaron meses y el alpiste intacto.  Alguien me dijo “tú crees que vas a alimentar a los pájaros? Ellos saben dónde buscar sus alimentos ¡” Que ilusa de mi parte.  Muchos me han mandado a que me consiga un perro o un gato y mejor, que adopte en vez de comprar. Hmm no se…

            Mientras me resuelvo, seguiré apreciando cada amanecer por la ventana, cuando el alba se engalana con su vestido naranja, en todos los tonos, estirando los huesos mientras todos duermen (menos yo, porque me acostumbré a madrugar); es un espectáculo para no perderse. La luz del nuevo día comienza a apropiarse de todo. Hoy por hoy, la quietud de las calles es el testimonio de lo que nos está aquejando. Afuera están los mismos zancudos, los pájaros retozando,  las iguanas que saltan a comerse las flores de los árboles, las ardillas que cual equilibristas transitan de un cable de alta tensión al otro, sin que les pase nada y buscando que comer. Más tarde, empiezan a pasearse los vendedores de aguacates, frutas, guineos, con un “galillo” que envidiarían los tenores de cualquier coro. Cómo logran sacar esos vocerrones sin desafinar ni usar las respiraciones diafragmáticas? Será que lo logran sin querer queriendo?  Por las tardes, las vendedoras de bollos con una voz fuerte, aguda y clara ofreciéndolos y vendiendo sus cocadas hacen retumbar el silencio de las calles con sus chorros de voz. En cualquier momento del día, los ensambles musicales de los venezolanos, que salen a rebuscarse entonando las canciones de siempre, alegran el silencio de los que viven en los alrededores y yo por lo menos desde mi ventana me deleito escuchándolos y colaborándoles, por supuesto¡

            Pareciera que ese mundo externo está intacto.  Valdría la pena  reflexionar sobre nosotros. No podemos menospreciar a nadie, porque a lo mejor algún día nuestra vida dependerá de alguien. El Covid es a los humanos, lo que nosotros somos al planeta.  Nuestro entorno ha mejorado por el respiro que ha tenido sin la presencia dañina del hombre. Ese mensaje es poderoso. Pero de un día para otro, el miedo se ha anidado en el corazón de todos. La sensación de seguridad, de inmortalidad y de confort ha desaparecido. Aunque muchos para combatir el virus crean que es un enemigo selectivo que no ataca a los fuertes, sólo a los débiles. Hay que estar en alerta máxima¡¡ Desde la ventana creo que empezaremos a vislumbrar lo que tanto deseamos en estos días: Vivir la libertad que antes teníamos….

nerea6@yahoo.com