martes, 24 de noviembre de 2020

Miedo al Cambio

Miedo al Cambio

Por Elsie Betancourt

                        Cambiar significa modificar nuestra conducta o forma de pensar ante una nueva situación. Sin darnos cuenta, lo que vamos viviendo va modificando nuestro carácter. Algunos aspectos se fortalecen, otros se debilitan y salen las nuevas conductas, formas de pensar, etc.

            El cambio es una constante en nuestra vida. Desde que nacemos nos enfrentamos siendo o no conscientes, a distintas situaciones que nos obligan a adaptarnos al entorno. Cuando niños, esos cambios vienen dictados en su mayoría por el exterior: para los más pequeños, llega el momento de no usar chupo, porque ya son grandes;  hay que llegar solos al colegio, dejando atrás a las personas encargadas del cuidado, quienes muchas veces quedan sumidas en el desconsuelo de ver cómo cambia el chiquito; se cambia de ciudad para comenzar a ir a la escuela, a la universidad, por una y más circunstancias y sigue la interminable lista de los cambios, a veces no deseados.

            A medida que crecemos, esa realidad cambiante permanece pero también comenzamos a tomar decisiones que obedecen a inquietudes o necesidades intrínsecas. Esto puede ser motivado por alguna insatisfacción en cualquiera de las áreas de nuestra vida. Un ejemplo claro, lo ilustra la costumbre muy frecuente en los 31 de Diciembre, de hacer la famosa lista de propósitos; en la que aseguramos firmemente que esta vez si van en serio y generan un cúmulo de ilusiones que cuando aterriza el año nuevo se van difuminando algunos, quizás por la pereza o el compromiso con uno mismo a cumplirlos. Soñar no cuesta nada.

            A la hora de tomar decisiones, nos sentimos ansiosos y tenemos dificultades para poder avanzar hacia nuestras metas. Muchas veces nos estancamos. Por ejemplo, prolongamos en el tiempo, relaciones inconvenientes aunque no nos aporten felicidad. Permanecemos quemados en la misma “chamba”, aunque sepamos que si nos esforzáramos podríamos mejorar. Seguimos muy posiblemente sin ponerle límites a los demás por nuestras dificultades y temores para decir: NO MAS ¡

            El encierro al que ha conducido esta pandemia ha desnudado muchos frenos para hacer cambios en la vida. Sentir miedo por lo novedoso es legítimo… cuánta seguridad nos proporciona la rutina y cuánto temor la perdida de ésta. Sin embargo, toda transformación conlleva cambios. Creo que el miedo al cambio, lo genera el temor a equivocarnos y a salir de nuestra zona de confort. En ésta, todo lo dominamos, pero si salimos de ella podríamos sentirnos vulnerables y débiles.

            Enfrentar el cambio, creo yo, depende en gran parte de nuestra autoestima. Cuando nos sentimos seguros y capaces vemos el cambio como un reto o una motivación positiva. Cómo lo enfrentamos, depende en gran medida de lo que aprendimos en nuestra infancia o ante situaciones dolorosas.

            Hay que viajar y explorar el mundo de oportunidades que la vida nos presenta, sin billete de regreso comprado. Como diría Mafalda: “Que el mundo se pare, que yo me bajo”…  No nos vendría mal poner el celular en modo avión en el fin de semana y en la medida que confiemos, mantengamos la curiosidad y el aprendizaje, creemos espacios de paz para encontrar recursos para contemplar el cambio de una manera más constructiva; muy posiblemente se podría contrarrestar ese miedo que todos sentimos a lo diferente, haya o no Covid.

nerea6@yahoo.com