Por Elsie Betancourt
Nuestro cerebro es
un órgano fascinante. Nos traiciona cuando queremos encontrar el carro en un
parqueadero, o las llaves en la casa, o ese documento o CDT que no atinamos a
ubicar pero que sabemos que lo tenemos guardado. Tocará invocar a San Judas,
para que por su intercesión ayude a que aparezca lo perdido; en cambio, nos
sorprende (el cerebro) con un viaje a cualquier época ya vivida cuando
percibimos el aroma de un plato que nos hacía feliz en la infancia, o una
canción que solíamos escuchar y aun recorrer un sitio que nos trae recuerdos
inolvidables y que por medio de un click logramos traer al presente.
Neurocientíficos
afirman que uno de los síntomas de la depresión en las personas, es que no pueden recordar momentos felices,
por eso…mirar fotos viejas o hablar con amigos, por ejemplo, es una estrategia
simple para aumentar el nivel de
serotonina y espantar el sentimiento de soledad y aun de depresión, que
son respuestas químicas a su ausencia. Ver y sentir lo que un día fue presente es clave... Por eso no hay que olvidar los momentos
importantes de la vida.
Todo lo que nos rodea contiene una infinidad de opciones para disparar nuestros más íntimos recuerdos. En la casa por ejemplo, las prendas u objetos que usamos, los atesoramos y muchas veces nos resistimos a salir de ellos porque entretejen las experiencias vividas y nos las recuerdan; por lo menos a mi me pasa eso con frecuencia. El minimalismo, actúa como un evaporador de recuerdos, fumiga todo lo viejo y out: el cositerío y hasta más. Las lecturas que se hacen de todas esas cosas que conservamos son enriquecedoras. Pero, hay que tener cuidado con el fenómeno de acumular exageradamente… si ya no necesitamos (los objetos) o caducó su vigencia lo más sano es salir de ellos, es lo que sugieren los especialistas.
El hombre por naturaleza, tiende a preservar la memoria de las ciudades, personas, calles, canciones, etc… Ya sea a nivel personal o social, todo el tiempo intentamos recordar; de niños repetimos poemas y las tablas de multiplicar. Más tarde llenamos el celular con fotografías de momentos que queremos preservar y atesoramos. Programamos alarmas para no olvidar cumpleaños, citas importantes. Se erigen monumentos a grandes y queridos artistas, como Esthercita Forero, Joe Arroyo, para no olvidarlos, etc. Las neveras las llenamos con recordatorios de pagos urgentes. Hablando de preservar recuerdos, por ejemplo, tenemos las canciones que atesoran y preservan recuerdos de lugares, personas o eventos. Nos nutren y alimentan la parte emocional. Todo eso ayuda, porque el tiempo pasa y con el se desvanece la memoria.
Pienso que éstas (las emociones), desempeñan un papel importante en la salud mental de cada uno; dejan impresa una huella imborrable, en lo más profundo de nuestro cerebro….o no sé si hay otro sitio en donde se depositan éstas… El tema es que escudriñar el cerebro es bien complicado… y no estamos preparados para entender las derivaciones que tiene éste cuando se afecta para bien o para mal. Olvidar las cosas que consideramos importantes y que resultan útiles para el día a día es preocupante. Si bien es cierto que a medida que envejecemos el funcionamiento del cerebro va variando y no tenemos las mismas capacidades que de jóvenes, no significa que algo vaya mal. Sino que todo va cambiando, las neuronas se van muriendo lentamente, es la ley de todo ser viviente. El remedio para contrarrestar ese desgaste y que no crezca en forma exponencial, es ejercicio + alimentación saludable + activar el cerebro constantemente, de acuerdo con estudios de neurólogos reconocidos. Afectaciones neurológicas más serias, son difíciles de manejar y las secuelas son terribles y no es el tema del artículo.
La relación entre
memoria y olvido es muy estrecha. Si pudiéramos recordar cada minuto y cada
detalle de nuestra existencia sería insoportable. Hay formas enriquecedoras de
combatir el olvido y es plasmando en hechos eso que no se quiere borrar de la
memoria; haciendo un libro, un poema,
una historia, un cuento, una canción, un monumento,… para que no se cumpla en
nuestra vida El Olvido que seremos…como
bien lo describe Héctor Abad en su
libro, recreando la historia de su padre y las emociones que generó en él y que
lo marcaron para siempre.
Irónicamente, hay
que aprender a olvidar. Ciertamente no hay manuales ni métodos para hacerlo. A
veces oímos decir que el tiempo sana todas las heridas, pero nadie sabe cuánto
tiempo es el necesario. Y a veces suele ser mucho, mucho tiempo. Olvidar es
despertarte y encontrar que ese sueño tan sólo fue un sueño y la realidad te
sigue sacando la lengua. Como dice José y José en su linda canción de La Nave
del Olvido, no hay que condenar al naufragio, lo vivido. Lo bueno de olvidar, es que sólo tienes que
continuar con la vida y eventualmente lo que no requieres recordar se desvanecerá en el tiempo…
nerea6@yahoo.com