Por Elsie Betancourt
La
relación entre memoria y olvido es incuestionable. No se puede hablar de la
memoria sin hablar del olvido. De hecho creo que olvidar no es malo, porque que
tal que pudiéramos recordar cada minuto y cada detalle de nuestra existencia y
de lo que hacemos a diario?…sería insoportable y cansón¡¡ Lo que puede
preocupar es olvidar cosas que pueden ser importantes y útiles para nuestra
vida. A medida que envejecemos, según los neurólogos, el funcionamiento de
nuestro cerebro va variando y no tiene la misma capacidad que cuando
jóvenes. Para nuestra tranquilidad, los
médicos dicen que no hay nada extraño en olvidar de manera ocasional fechas,
actividades, nombres, si somos conscientes de ello y no va en contravía de
nuestras actividades rutinarias.
Un ejemplo que ilustra cómo el olvido entierra grandes hitos en la vida, es el que puedo extraer de un interesante curso al que asisto, sobre los Grandes Imperios Europeos del siglo XVI. Me ha llevado a reflexionar sobre el hecho de que pasaron muchos siglos y mucha sangre para que algunos – no todos – comiencen a ver la conquista de América como el primer paso en la destrucción cultural y económica de todo un continente. La imagen de Cristóbal Colon desembarcando en la nueva tierra descubierta, transmitió durante muchos años la sensación de alivio y esperanza, que de no haber sido así no seriamos la civilizada América que somos hoy, sino salvajes sin alma y sin Dios, ajenos por completo al progreso. Hoy se cuestionan esas “proezas” de los conquistadores y se asocian a los grandes genocidios que ha habido en la humanidad. Será mejor seguir olvidando y no desenterrar esos hechos? De pronto serviría para no replicar hoy, lo que no tiene razón de ser.
Con
frecuencia hay que desempolvar el cúmulo de hechos, vivencias o experiencias
vividas, que reposan en nuestra memoria musical, sensorial, personal, muscular,
etc. para que no queden perdidos en lontananza. Hace unos días recibí un
simpático video en el que desfilaban representantes de 2 generaciones: la de
ayer y la de hoy… comparaban por ejemplo canciones cantadas por 2 “gomelos”, en
donde con la gorra al revés, sin camisa y con una grabadora gigante al hombro,
entonaban canciones de Maluma, Bad Bunny, J. Balvin, Ozuna, etc.… (unas lindas
y la mayoría irreverentes y que agreden a la mujer); mientras,
en contravía se oían las canciones tradicionales de las verbenas de
barrios, siendo un par de señores con un tocadiscos de los antiguos en hombros
los que pasaban y entonaban: canciones de la vieja guardia, salsa y boleros que
son una apología al disfrute de la
música que sensibiliza corazones y no
los instintos … ¿ será que sucumbirán esos registros musicales que cuando pequeños
escuchábamos, ante los avasallantes rapeadores de ahora? En nosotros está recuperarlos. A lo mejor sonará como a
“Música Vintage” para las nuevas
generaciones pero vale la pena para los de la Generación X, Millenials, etc.
Casi
siempre cuando recordamos: añoramos y sonreímos. En algunas ocasiones funciona
para tener presentes nuestros errores y no volverlos a repetir. Hay que
tomarlos de una manera enriquecedora. Los recuerdos de la vida nos ayudan a
valorar lo que hacíamos antes por ejemplo de la pandemia: salir a pasear, ir a
un café con amigos, ir al cine.
No
sé si aplique el dicho “todo tiempo pasado fue mejor…” puede que hoy esté
mandado a recoger; de pronto yo diría que el gozo de tener familia y amigos
ayuda a revivir los momentos de grata
recordación, reto para todos los que nos proponemos conquistar el olvido. Esto me lleva a recordar un bello poema que
encontré de autor desconocido en donde el afirmaba que “El paso del tiempo no
es olvido, ni el silencio su razón, no se olvida con la mente se olvida con el
corazón….”
nerea6@yahoo.com