Por Elsie Betancourt
Hoy
más que nunca, la juventud es un don apetecido y apreciado por muchos para mantenerse “jóvenes” en el tiempo… el que
inexorablemente pasa. Tengo muchos amigos que suelen pronunciar la frase de Juventud Divino Tesoro, con la intención de rememorar los años de
juventud, teniendo ésta un cierto componente de melancolía y añoranzas.
En el libro de poemas del poeta nicaragüense Rubén Darío (1905), Cantos de vida y esperanza se lee uno que dice: “Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver, Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer… etc.…”
Poema de Ruben Dario: Juventud Divino Tesoro
Vivir
más y mejor para alejarse de la muerte es una lucha constante que se da para
preservar la juventud y el bienestar.
Todos sabemos que la esperanza de vida es finita y algunos quieren encontrar la
fuente de la eterna juventud lo que puede sonar a “sueño o ciencia ficción”.
Siempre me pregunto ¿cuándo será que los científicos puedan obtener la duración
óptima de la salud humana, esa que nos permita envejecer sin tantos achaques?
En
la antigüedad, especialmente para los
egipcios, la conservación del cuerpo material era una premisa que tenían para
unirse con el “alma” en el “más allá” y
proseguir allí con su vida eternamente. En contraste, hoy en pleno siglo XXI vemos que no es después
sino durante la vida, que prevalece el deseo de mantenerse en la memoria
histórica “jóvenes” como si el tiempo no pasara y como si fuera tan fácil
detenerlo….
Si nos remitimos a la historia patria, corría el año 1543, cuando Colon acompañado de otras personas estaban dispuestos a conocer y conquistar las tierras recién descubiertas; entre esas personas estaba Juan Ponce de León que quería encontrar la fuente de la eterna juventud de la que hablaban los indígenas, la cual sanaba a los enfermos y devolvía el vigor a los ancianos. Murió en su intento y nunca la encontró. Ya desde entonces estaba presente el deseo de buscar el remedio infalible para estar siempre jóvenes.
Es
ingenuo pensar que todos los años que vivamos de propina los disfrutaremos con
salud. Un estudio de un Centro Geriátrico en California, concluye que la vida
saludable de la población se ha reducido notablemente en la última década. Se
vive más, pero con mas achaques. Pero al
rescate de todas las preocupaciones de entrar en años, está la nueva industria del bienestar, la que
analiza cómo usamos nuestro cuerpo, cómo ejercitamos la mente, en qué ambiente
vivimos y cómo nos nutrimos. Creo que está sirviendo, claro que pueden quedar
desmarcados los que no desean cambiar el chip y embarcarse en la onda de
optimizar el bienestar. Pienso que la línea entre una actitud sana y un
comportamiento obsesivo es muy fina y puede caer uno en cualquier extremo. En
una civilización como la nuestra, que premia la juventud y penaliza a la vejez,
es un nicho apetecible para abrir un negocio.
El
envejecimiento empieza en el momento en que se nace. Un niño crece y se vuelve
adulto, continua evolucionando y cambiando física y mentalmente. La consecuencia de cumplir años lleva a la
senectud, que finalmente conduce a la muerte. En alguna parte leí: “que hay un momento para todo y un tiempo
para cada cosa”… No creo que hay que asumir que la única manera de
divertirse y pasarla chévere es haciendo las mismas cosas que se hacían cuando jóvenes;
la realidad que debemos aceptar como suelen decir es no añadir nuevos años a la
vida, sino nueva vida a esos años.
nerea6@yahoo.com