miércoles, 20 de noviembre de 2019

Idiosincrasia Costeña...



Elsie Betancourt

            Barranquilla ha sido epicentro del arribo de foráneos (nacionales y extranjeros) que llegaron, se instalaron y nunca se fueron. Ésta ha echado raíces tejiendo su idiosincrasia con un léxico coloquial que hace parte del diario vivir. Según  María Trillos A., directora del Museo de Antropología de UniAtlántico, el “español barranquillero” resulta de la clasificación de palabras surgidas por el contacto de pueblos como el francés, italiano  e inglés entre otros.

            Hay las que son pan de cada día al hablar, por ejemplo Vaina, que se usa para designar algo cuyo nombre se ignora: “la vaina es que no sé por dónde empezar”- muletilla verbal que muchos usamos, sonsonete cotidiano, palabra que define todo, nada y de las preferidas y más usadas por los colombianos. Sirve hasta para guardar secretos: “Me trajiste la vaina que te dije?- útil para regañar o echarle pullas a alguien: “Que es la vaina tuya?”.  Es tan popular la palabrita, que se usa por igual desde la alta montaña hasta la playa pasando por ciudades y pueblos. Ha pasado de generación en generación y en vez de irse extinguiendo, cada día se robustece.

            Para un currambero de esos de Carnaval, sancocho, dominó y frías en la esquina, hay palabritas que son obligadas. Palabras como nojoda, man, marica, nombe, pelá y loco son entre las más usadas en la capital del Atlántico según los gustos, usos y desusos de las nuevas generaciones. Nojoda, por ejemplo, se interpreta desde diferentes conceptos y acepciones como exageración, duda o pregunta. Expresa una intención con fuerza emotiva para que la conversación se haga más dinámica y chévere: “Nojoda la falla fue mía ¡”, “Nojoda ese man es más saludable que un Alka Seltzer” o “Nojoda tronco e rollo”…etc. Y así podemos seguir con interminables ejemplos  del léxico costeño del día a día.

            Prima de Nojoda, es Ajá, interjección que denota aprobación, satisfacción o sorpresa. A diario se usa como apoyo en conversaciones y pertenece más al léxico costeño y sorprende al visitante porque éste puede que no entienda su aplicación. Es tan diciente la palabrita que sirve hasta para aprobar solicitudes no deseadas. Como me sucedió en un reciente episodio, en donde la pronunciación de “Aja…” sirvió para renovar un producto. Aja ¡se asoció con renovar…No entendieron o se hicieron los locos para aprovechar la renovación del producto en cuestión…

             Las palabras de un costeño están cargadas de humor, ironía y picardía. “Aja y qué?” - para preguntar por algo. Si alguien tiene un chisme que contar dirá: “Aja ¡Suéltalo¡”. A la amiga que hace rato no se ve: “Aja niña ¡dichosos los ojos que te ven¡”. Los curramberos la usamos como saludo y ahora que estamos de moda en el interior, por nuestra valía en muchos campos, nos quieren imitar y no es raro oír a un interiorano saludando de Aja¡ en vez de Ala¡ lo difícil es imitar su entonación.  Ajá, termina siendo la palabra más corta pero más completa y la explicación más sencilla y contundente para comunicarnos. Nuestra idiosincrasia es única e irrepetible¡



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