Por Elsie Betancourt
Ya
todos sentimos a medida que pasa el tiempo, que lo que antes hacíamos con
“prisa”, hoy, ya “a la fuerza”, no la aplicamos para lo que nos tocaba hacer a
diario. No hay que apurarse para
acostarse, ni para levantarse, sólo lo harán aquellos que trabajan y estudian a
distancia. No tenemos que apurarnos para llevar los niños al colegio, salir
para el trabajo para evitar los trancones. No, Por ahora ya no.
Antes, a algunos les urgía tener
ropa para estar al día con las últimas tendencias; el mejor labial, la mejor
crema, el blower, el tinte para las canas o para cambiar de look, ir al gym
para estar fit y para lucir la pinta hasta en ese sitio con las últimas lycras
y los últimos zapatos, tener la cartera de marca, el carro último modelo, etc.
Ya eso no importa, pasó a un segundo plano porque todo está arrumado en el
closet o guardado en casa ¡
Si, es cierto que el mundo en el que nos movemos por definición es
caótico e imprevisible. Casi nadie respeta pinta, como dicen por ahí. La falta
de orden a la que muchas veces contribuimos con nuestra manera de vivir tocó
fondo. Todos estamos en jaque. Ahora que estamos encuarentenados, el estilo de
vida minimalista resulta muy atractivo porque resulta que tenemos una especie
de “Kriptonita”, (la piedra que
debilitaba a Superman) para ese círculo que forman trabajo-dinero-consumo y es
el Covid19.
Ahora el telón de las carencias y realidades se sube: los trabajos que
no se disfrutan salen a relucir; sentimos como necesidad todo aquello que la
publicidad hace popular; sentenciamos hechos con palabras que no sentimos de
verdad; comemos lo que nos hace daño. Nos sentimos solos y extrañamos a los
familiares que están lejos. Hoy más que nunca, nos estamos dando cuenta de lo
que verdaderamente agrega valor a nuestra vida y que nos abre el espacio para
deshacernos de lo que produce el desorden, las distracciones y las relaciones
no sanas en ella dando paso a la
creatividad, el amor, el juego, entre otras que son básicas para alegrarnos
ahora que estamos encerrados.
Después de decantar muchas cosas, podremos descubrir las que más le
interesan a cada uno y es el momento de dedicarnos a éstas. Un ejemplo:
apreciar un amanecer o un atardecer es algo, que no muchos hacemos porque
siempre estamos corriendo, muchas cosas pendientes de hacer, no hay tiempo para
eso.
Leyendo cierta vez a Rabindranath Tagore, poeta bengalí
proveniente de la región del sur de Asia, sabiamente decía que cuantas
más cosas tenemos, más poder tienen éstas sobre uno. Cuanto más dependemos de
algo, más influye ese algo, en la capacidad para ser feliz y disfrutar la vida.
Sería bueno analizar qué tanto de eso se aplica a la realidad que nos está
tocando vivir, ahora desde el encierro. A lo mejor reconoceremos que hay un
pocotón de cosas que están sobrando. Por otro lado, hay mucho chance de que nos
hayamos acostumbrado a ver la fachada y no la realidad: todos tenemos
problemas, miedos y frustraciones. Pero el encierro a muchos nos está haciendo
ver y entender el mundo desde un punto de vista más humano, menos material y
prejuicioso y deja al descubierto nuestras grandes falencias y virtudes.
Ojalá que esas rutinas que tenemos tan arraigadas y que anulan lo que es
importante, cambien. Así como la
naturaleza está respirando sin tanto acoso nosotros también podamos respirar
más tranquilos y sin tener tantas
telarañas (tanto agite) que en el día a
día lo que hacen es enredarnos. No sólo debemos contar los muertos y lamentar
la devastación de la economía sino que después que pase la pandemia, ojalá no
volvamos a la desigualdad de riqueza y la indiferencia hacia nuestros vecinos.
Hemos descubierto a la fuerza: el valor del conocimiento científico, la
necesidad de tener un sistema de salud sólido y bien dotado para todos, el de
una política que nos lleve a cooperar y no a pelearnos; el teletrabajo puede
ser muy eficiente y leer, hacer o
escuchar música es una opción muy valiosa; debiéramos cultivar la gratitud y justicia hacia el
desempeño de profesionales y trabajadores que pese a su modestia o a causa de
ésta, merecen un reconocimiento público sincero. El cambio de prioridades suena
interesante, (cada quien tendrá las
suyas) sólo hay que querer hacerlo.
nerea6@yahoo.com