domingo, 26 de abril de 2020

Cambiando prioridades…





Por Elsie Betancourt

            Ya todos sentimos a medida que pasa el tiempo, que lo que antes hacíamos con “prisa”, hoy, ya “a la fuerza”, no la aplicamos para lo que nos tocaba hacer a diario.  No hay que apurarse para acostarse, ni para levantarse, sólo lo harán aquellos que trabajan y estudian a distancia. No tenemos que apurarnos para llevar los niños al colegio, salir para el trabajo para evitar los trancones. No, Por ahora ya no.

            Antes, a algunos les  urgía tener ropa para estar al día con las últimas tendencias; el mejor labial, la mejor crema, el blower, el tinte para las canas o para cambiar de look, ir al gym para estar fit y para lucir la pinta hasta en ese sitio con las últimas lycras y los últimos zapatos, tener la cartera de marca, el carro último modelo, etc. Ya eso no importa, pasó a un segundo plano porque todo está arrumado en el closet o guardado en casa ¡

            Si, es cierto que el mundo en el que nos movemos por definición es caótico e imprevisible. Casi nadie respeta pinta, como dicen por ahí. La falta de orden a la que muchas veces contribuimos con nuestra manera de vivir tocó fondo. Todos estamos en jaque. Ahora que estamos encuarentenados, el estilo de vida minimalista resulta muy atractivo porque resulta que tenemos una especie de  “Kriptonita”, (la piedra que debilitaba a Superman) para ese círculo que forman trabajo-dinero-consumo y es el Covid19.

            Ahora el telón de las carencias y realidades se sube: los trabajos que no se disfrutan salen a relucir; sentimos como necesidad todo aquello que la publicidad hace popular; sentenciamos hechos con palabras que no sentimos de verdad; comemos lo que nos hace daño. Nos sentimos solos y extrañamos a los familiares que están lejos. Hoy más que nunca, nos estamos dando cuenta de lo que verdaderamente agrega valor a nuestra vida y que nos abre el espacio para deshacernos de lo que produce el desorden, las distracciones y las relaciones no sanas en ella  dando paso a la creatividad, el amor, el juego, entre otras que son básicas para alegrarnos ahora que estamos encerrados.

            Después de decantar muchas cosas, podremos descubrir las que más le interesan a cada uno y es el momento de dedicarnos a éstas. Un ejemplo: apreciar un amanecer o un atardecer es algo, que no muchos hacemos porque siempre estamos corriendo, muchas cosas pendientes de hacer, no hay tiempo para eso.

                Leyendo cierta vez a Rabindranath Tagore,  poeta bengalí  proveniente de la región del sur de Asia, sabiamente decía que cuantas más cosas tenemos, más poder tienen éstas sobre uno. Cuanto más dependemos de algo, más influye ese algo, en la capacidad para ser feliz y disfrutar la vida. Sería bueno analizar qué tanto de eso se aplica a la realidad que nos está tocando vivir, ahora desde el encierro. A lo mejor reconoceremos que hay un pocotón de cosas que están sobrando. Por otro lado, hay mucho chance de que nos hayamos acostumbrado a ver la fachada y no la realidad: todos tenemos problemas, miedos y frustraciones. Pero el encierro a muchos nos está haciendo ver y entender el mundo desde un punto de vista más humano, menos material y prejuicioso y deja al descubierto nuestras grandes falencias y virtudes.

            Ojalá que esas rutinas que tenemos tan arraigadas y que anulan lo que es importante, cambien.  Así como la naturaleza está respirando sin tanto acoso nosotros también podamos respirar más tranquilos y  sin tener tantas telarañas (tanto agite)  que en el día a día lo que hacen es enredarnos. No sólo debemos contar los muertos y lamentar la devastación de la economía sino que después que pase la pandemia, ojalá no volvamos a la desigualdad de riqueza y la indiferencia hacia nuestros vecinos.

            Hemos descubierto a la fuerza: el valor del conocimiento científico, la necesidad de tener un sistema de salud sólido y bien dotado para todos, el de una política que nos lleve a cooperar y no a pelearnos; el teletrabajo puede ser muy eficiente y  leer, hacer o escuchar música es una opción muy valiosa; debiéramos  cultivar la gratitud y justicia hacia el desempeño de profesionales y trabajadores que pese a su modestia o a causa de ésta, merecen un reconocimiento público sincero. El cambio de prioridades suena interesante,  (cada quien tendrá las suyas) sólo hay que querer hacerlo.

nerea6@yahoo.com


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