Por Elsie Betancourt
Sin querer queriendo nos estamos aproximando al final de
este año “tenebroso” para la humanidad. Las y los videntes que siempre están
adelantándose a los acontecimientos por venir ni se imaginaron lo que éste 2020
encarnaría para el planeta. ¿Será por eso que se asocia el año bisiesto con
cosas malas que nos pasan? Hay muchos ejemplos en la historia que coinciden con
lo anterior: En 1912 se hundió el Titanic, en 1948 mataron a Ghandi; 20 años
mas tarde a Martin Luther King, en 1980
a John Lennon. Todos estos años fueron bisiestos. Al 29 de Febrero los
escoceses lo consideran un día de mucha mala suerte.
No sé si serán desafortunadas coincidencias,
pero es mejor que este año pase lo más rápido posible. Todos estamos
atemorizados y cansados en la incertidumbre de no saber que se nos viene. Paradójicamente, hemos aprendido muchas cosas. Nos hicimos conscientes de algunos valores que
teníamos olvidados. Empezamos a pasar más tiempo con los niños, frenamos el
ritmo de vida, aprendimos del silencio y de la soledad. El mundo se nos abrió,
si no se podía viajar, la tecnología nos permite viajar a lugares
insospechados; Se acabó el salón de belleza, las uñas sin pinta-uñas ya
respiran mas, lo mismo el pelo. Hasta la piel; ya no necesitamos estar
maquillándonos porque con los tapabocas no se necesita éste. Ya puede uno
desayunar sin pensar en trancones; la esclavitud del reloj ha pasado a un
segundo plano; cómo nos hace falta la socialización a la que estábamos
acostumbrados, ahora si valoramos más los momentos especiales, con
hijos, amigos especiales y familia, por supuesto que a metro de distancia. El
valor de las cosas materiales se ha devaluado. De qué sirve tener los zapatos,
carteras, pintas de marca, cuando es mejor “no salir?”...
Es muy cierto que no hay pruebas que indiquen que todos
estos sucesos que hemos vivido, sean atribuibles al año por ser bisiesto;
pueden contraponerse otros hechos positivos, pero la cuenta de los sucesos
negativos acaecidos en ese año especial, inclina un poco la balanza hacia lo
siniestro. Dejando a un lado los agüeros, me pregunto cómo vendrá el 2021?
Creo que ya todos estamos aprendiendo lecciones en carne
propia y en la de familiares y amigos con lo que hemos vivido en este año.
Ojalá no se repitan las malas experiencias el año entrante. La vacuna parece ser el remedio infalible a
todo este rollo. 40 millones de ellas¡¡.. esperemos que no se tuerza el camino
de ellas. Ojalá Diciembre no sea la nueva plataforma de despegue del virus. Ese
bendito virus, se mueve, se expande, se propaga hasta que explota. Cae el
blanco, el negro, el pobre, el rico, el bello, el maluco… nadie se salva, hasta
ahora sólo el que goza de un cuerpo sano e inmunizado lo logra.
El mundo
definitivamente ya no será el mismo, pero hemos visto que no importa, siempre
nos podremos reinventar. La ansiedad del futuro, la incomodidad al perder las
rutinas y actividades de esparcimiento y la incertidumbre económica que
significa el virus, taladran diariamente las expectativas de lo que esperamos
tener al estrenar un nuevo año. Este 2020 ha sido un año para olvidar: Adiós al miedo, hola al Futuro.
Sólo me resta desear un 2021 lleno de bendiciones y salud
a mis lectores, que nos cuidemos con todas las precauciones posibles para
evitar que sigamos amargados, en peligro y “acuartelados”. Quiero seguir
compartiéndoles mis ideas peregrinas y me siento muy agradecida cuando las
leen.
nerea6@yahoo.com