martes, 15 de febrero de 2022

Del Legado ....


Por Elsie Betancourt

            Un símbolo es la representación perceptible de una idea, puede ser un término o una imagen que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones especificas además de su significado corriente y obvio:  Un Pare, No doblar en curvas, prohibido fumar en este recinto, el semáforo,  la Cruz Roja, etc.  En su momento podemos asumir que esa simbología recuerda siempre lo que hay que hacer, lo que hay que evitar, lo que es agregar calidad a lo que a diario hacemos, pensamos y hablamos. Estamos rodeados de muchos símbolos; los creamos, los modificamos y los usamos para  nuestro beneficio. A partir de ellos evolucionamos social y culturalmente.

             Y hablando de símbolos, llegamos al legado, considerándolo  no desde el punto de vista legal, sino reconociéndolo como el acervo intangible que se recibe cuando se interactúa entre personas. Creo que como padres, en lo que más pensamos y a lo que dedicamos gran parte de nuestra vida, entre otras cosas,  es dejar el máximo bienestar económico a nuestra familia. Pero increíblemente, los hijos desde pequeños, se quedan más con nuestros gestos, ejemplos y sus palabras.  El auténtico legado empieza en vida. Me vienen a la mente, aquellas largas horas compartidas con mi papá… horas en que conversábamos y también callábamos porque estábamos juntos, disfrutando de la  “talla”. De él aprendí a tener paciencia, a reflexionar antes de actuar, a ser prudente, (por algo me decían mis compañeros en el colegio Prudencia...),  a pensar en el bienestar de los seres queridos y de saber afrontar los problemas y dificultades. Estoy eternamente agradecida por los tantos momentos de niñez y juventud que marcaron para siempre mi forma de ver la vida, la disciplina para conseguir lo que uno se propone y el trabajo para conseguir las metas.

            En la mayoría de los casos, los padres no serán recordados por el dinero que ganaron o por el éxito en su carrera profesional y si en cambio, por el tiempo compartido, por las aficiones en común, por las actitudes y comportamiento, por el grado de afinidad y confianza.

            Todos sabemos que nacemos con una remarcable herencia genética. Pero somos modelados por la interacción con la familia y la cultura a la que estamos sujetos. Siempre me ha llamado la atención el dicho que reza: “la familia no se escoge, se acepta”. El llamado “patrimonio emocional”,  se va conformando con lo que se escucha y vive en casa. Por mucho que dediquemos tiempo para explicar lo que está bien o mal, no servirá de nada si esas palabras no coinciden con nuestro comportamiento habitual.

                                       

            Un mensaje que me llegó hace unos días,  me puso a reflexionar mucho y quiero compartirlo:

En la puerta de entrada de una Universidad en Sudáfrica, se fijó el siguiente mensaje: …Destruir cualquier nación no requiere el uso de bombas atómicas o misiles de largo alcance; sólo se requiere de un bajo nivel educativo, ignorancia de su historia y que sus estudiantes hagan trampas en los exámenes y ante cualquier barrera que encuentren en la vida. Los pacientes mueren a manos de esos médicos – los edificios se caen en manos de esos ingenieros- el dinero se pierde en manos de esos economistas – la humanidad muere a mano de los eruditos religiosos – el colapso de la educación es el colapso de la nación” autor desconocido….

            Siempre he pensado que el dinero se esfuma, los bienes materiales puede que se malogren con el tiempo pero el conocimiento jamás se pierde. La educación es lo más valioso con lo que contamos para la formación. Ésta  proporciona las herramientas para llevar a cabo las acciones que hacen posible cumplir las metas y sueños. En el seno familiar, es donde se inicia la educación en valores, no les corresponde a los abuelos o al sistema educativo, de cualquier forma éstos últimos los pueden reforzar.

            Los hijos son nuestro mejor legado. Ellos son la siguiente generación. Y si de algo estoy segura es de que no siempre estaremos a su lado, un día faltaremos. Cuando esto ocurra,  Que les dejaremos para la posteridad? Que les estamos dando en el día a día? Es interesante sopesar esas inquietudes.  Una frase del  psicólogo Peter Strople,  me encantó y es muy apropiada para la reflexión que  estoy compartiéndoles: “El legado no es dejar algo para la gente, es dejar algo en la gente”….

nerea6@yahoo.com

2 comentarios:

  1. Vengo siguiendo con atención tus ideas peregrinas y encuentro una planteamiento transversal en algunos escritos. Se trata de una expresión tacita de dos principios que confrontan en tu interior (lo permanente vs lo transitorio; lo infinito vs lo tangible; la perpetuidad vs la caducidad). En últimas es el dualismo alma-cuerpo Nuestra amada prudencia destaca la educación en valores eticos como algo que permanece en contraposición con los bienes terrenales que se desvanecen en el tiempo. Una nueva comparación entre el para siempre y lo instantáneo se eleva como un perfume para mostrar la diferencia simbólica entre el legado y la herencia material. Abrazos ELBE.

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  2. Hola Anónimo,
    Tu análisis sobre mis artículos, me resultan interesantes. Definitivamente creo que la linea que los une es el propósito de conquistar y sembrar la importancia de lo espiritual, lo intangible en nuestras vidas. Lo que recibimos de niños, cobra una importancia inusitada cuando al actuar articulamos el legado recibido, sea éste de cualquier índole. Gracias por tomarte el tiempo para leerlo... Cual es tu nombre?

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