lunes, 14 de abril de 2025

Autenticidad en Tiempos de Apariencias

 

Por Elsie Betancourt

Encajar según el diccionario de la lengua española, es meter una cosa dentro de otra para que quede ajustada. Yo llevo toda la vida intentando encajar y no he encajado en ningún sitio, salvo en mi misma. Me he dado cuenta que casi siempre pensaba y actuaba bajo el influjo de patrones socio culturales. El tema es que nos obligan a definirnos, no por lo que somos, sino por “a que grupo pertenecemos “.

Cuando nacemos, venimos al mundo, puros, inocentes, auténticos. No tenemos conciencia de nosotros mismos y sólo nos mueven los instintos primarios: comer, dormir, llorar cuando no nos satisfacen alguna necesidad. Somos totalmente dependientes de nuestros cuidadores, llámese mamá, nana, tía, abuela… ahí comienza el crecimiento de nuestro ego y vamos adquiriendo el rol que nuestro ámbito familiar y social nos impone.


Me acuerdo de uno de mis hijos, cuando lo llevaba a cumpleaños; él siempre me decía “Que nadie me diga nada, que nadie me hable…” yo por supuesto veía con extrañeza su reacción y me decía que muy posiblemente había heredado lo “insociable” que a veces yo era, cuando más joven…. Ahora que ya he superado esa necesidad de hacer lo que todos esperan, navego más fácil en situaciones que a veces son un poquito jartas.

Si eres obediente, si no “das guerra”, serás un niño o niña buena. Si eres mas nervioso o no te va bien en el colegio, cuando eres más grande.. eres un niño malo, hiperactivo, etc.… según la clasificación que haga el o la psicóloga de cabecera; aunque para muchos padres, resulte difícil que acepten las deficiencias de los retoños. Tienes que encajar porque si no, las normas harán que seas catalogado como “especial”.

La presión por ser gustado abarca muchos ámbitos. Hay veces que la aprobación de los demás puede ser determinante en el éxito de un emprendimiento, de cualquier actividad que implique relación y coincidencia en el saber y hacer de otros.

Hoy mas que nunca, el uso de las redes o “telarañas” sociales, parece idealizar un patrón en cómo debiéramos ser, qué debemos comer, qué debemos comprar para estar in; para los y las más jóvenes, que siguen las modas de los influencers, ese patrón dicta que música escuchar, que sitios visitar, cómo vestir, etc.…casi todos muestran una apariencia idealizada y no una realidad.

Pareciera que las redes sociales, nos llevan a construir una marca personal y como eso, muchas veces se convierte en una performance que se aleja de quienes realmente somos. A veces, hay poco espacio para mostrarnos con errores, dudas o días grises. El deseo de encajar muchas veces nace del miedo a no ser querido, a ser excluido o castigado por pensar diferente.  Muchas veces se ocultan partes de nuestra personalidad para no ser juzgados.

Es muy cierto que hoy en día, las redes sociales son un motor de ventas …. Pero no hay que exagerar de su influencia extrapolada a otras instancias.  Me llama la atención cuando es uno el que hace publicaciones, las cantidades de Likes, provocan una gratificación inmediata ya que estamos siendo aprobados por los demás. Parecería que nuestro bienestar entrara a depender de un agente externo y no de nosotros mismos.


Pienso que cuando se finge ser quien no eres, se hace un duelo silencioso por la persona que realmente eres… eso de vivir desde un disfraz debe agotar. Tarde o temprano el alma pide volver a casa.  ¿Cuánto de lo que mostramos es propio y cuánto es una versión editada, para ser aceptado?

Me gustaría oír sus conceptos, queridos lectores, al respecto. Ser auténtico no es algo que se logra de una vez por todas. Es un camino de prueba y error.  No me define lo que hago profesionalmente, ni donde he nacido, ni lo que me gusta, ni cuanto gano. Me define lo que soy y sobre todo, me definen mis acciones. Hay que ser valiente para ser uno mismo; como decía mi papa " genio y figura hasta la sepultura ".


Nerea6@yahoo.com

 

 

 

2 comentarios:

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  2. Querida amiga siempre es grato leerte, frente a la hoja en blanco si eres autentica. El tema hoy mas que nunca es importante, porque ese primer disfraz que nos era impuesto (los padres, maestros, etc.) permanecía más tiempo en nuestro desarrollo conductual, nos enseñaban valores para aprender a ser más social dentro de un grupo más reducido, digamos compañeros de universidad, de trabajo, amigos etc...Encajar en la niñez puede ser conflictivo y aparentemente se puede prejuiciar sobre el destino de un niño, pero el desarrollo mental puede ir haciendo los ajustes necesarios sin renunciar a los verdaderos objetivos o ideas de vida personal. Pero la cantidad de información de hoy día, donde los valores obedecen a una nueva ética y crean a una distorsión de lo entendido como aceptable socialmente, que bombardea la mente, sobre todo de los jóvenes, ha creado un disfraz que cambia con cada moda, con cada idea de innovación, de progreso y conlleva a una confusión de valores y de conducta. La presión mediática es intensa, crea atmosferas irreales, promulga la rebeldía y se termina en un individuo, no autentico sino en un collage que no se sabe por dónde mirarlo. Igualmente ser autentico no significa ir más allá de las fronteras ajenas, sino es expresar con cautela nuestros sueños, incomodidades y defectos; es la manera paulatina para encajar sin renuncias. A veces debemos, como seres sociales, ponernos en el lugar del otro, hasta donde lo afecta mi autenticidad, que es un término por revisar pues puede haber sido impuesta por un entorno mediático o cercano. Conocerse a sí mismo es un trabajo de meditación y compromiso con uno mismo y la sociedad, por eso el ser autentico exige que mi conducta sea respetuosa, que exprese lo que realmente soy, pero sin transgredir normas sociales. Eso se consigue dominando al enemigo número uno: el EGO. Hay digresiones de conducta que no tiene que ver con lo social, sino con una visión del mundo, que es lo que pasa con los artistas que rompen con moldes y crean nuevas visiones, que crean nuevas miradas y esas son bienvenidas. Un abrazo prudente amiga.

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