Por Elsie Betancourt
Las
relaciones personales que a diario nos toca enfrentar se despliegan en un
amplio espectro, desde nuestros seres queridos y amigos favoritos hasta con
aquellos que nos “sacan la piedra”… cualquier relación tensa se complica si la
energía y aguante andan de capa caída o no hemos hecho suficiente ejercicio
para consumir la energía que si es negativa necesitamos botar y si es positiva, invertirla en lo que disfrutamos
hacer.
Con
frecuencia me ocurre sentir: “Que nadie
me hable, que nadie me diga nada”…. descartando que no sea debido a depresión o
cualquier otro problema de tipo psicológico, pienso que viene bien de vez en
cuando estar con uno mismo, disfrutar de la tranquilidad y paz que se cultiva
internamente. Algo que viene con la edad, es el valor que le damos a la
tranquilidad. No lidiar con peleas innecesarias; no querer cambiar a nadie
porque eso no es de la incumbencia ajena; no querer controlar lo que está fuera
del control de las personas, es sano; siempre oigo decir que no es saludable
lidiar con el proceso del otro ya que cada quien libra sus propias batallas. Debe
ser cierto porque se lo oigo decir con frecuencia a psicólogos expertos en la
conducta humana; una cosa muy distinta en las interacciones con los demás, es apoyar de la mejor forma sobrellevando a
las personas y fomentando valores de convivencia sanas.
Creo
que el arte de estar bien con uno mismo tiene que ver con la aceptación. No es
que tengamos que ser pasivos o resignados. En el ajedrez de la vida, puede que
querramos ser la Dama o el Rey y aspiramos a formar parte del entorno que nos
rodea. Hoy más que nunca, necesitamos gustar y ser aceptados lo que nos resta
autenticidad y hasta bienestar mental. Ese visto bueno de los demás a veces es
tan contundente que dependemos de esos conceptos. Lo vemos a diario en las
redes, a través de la vida de l@s
influencers. Tan pendientes estamos
de satisfacer sus necesidades o saber cómo nos perciben, que olvidamos quiénes
somos y que queremos. Entre la auto exigencia personal y las presiones externas
se nos tiende a enredar la vida.
Es claro que Todos somos producto de nuestra educación, nuestras experiencias y lo que nos rodea. Por ejemplo todo lo que tiene que ver con el aspecto físico (si somos gordos, flacos, demasiado bajos o altos, o con ausencia de elementos artificiales que potencien la belleza del cuerpo tanto de hombres como mujeres), lo dicta la moda de las redes sociales; nuestros valores y competencias no nos hacen perfectos pero si define lo que somos. Sin embargo, ser uno mismo, debe ser trabajar cada día en nuestra mejor versión, sin que importe lo que el resto diga y piense. Es una tarea un poco compleja, pero vale la pena.
Cuando defendemos lo que pensamos y nos creemos capaces de llevar a cabo nuestros objetivos, es posible que nos perciban como personas atractivas y seguras. No tiene que ver con la arrogancia sino con transmitir que te respetas y apuestas por ti, por lo tanto pueden confiar en ti. Por eso mi apreciación personal es la de ver con agradecimiento lo que la vida nos da, las personas que tenemos alrededor y ser y actuar en forma coherente entre lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos, a menudo fuente de conflictos internos.
nerea6@yahoo.com