Elsie Betancourt
Parece
que al vivir inmersos en una cultura que glorifica la perfección física,
podemos terminar cautivados por lo juvenil y hasta podemos vivir en función de
todo lo que nos haga sentir y lucir más jóvenes. Lo malo es que, en el esfuerzo
por ser eternamente bellos, podemos ser eternamente inmaduros y puede que de
alguna forma huyamos de las realidades y responsabilidades de la vida adulta.
En Wikipedia
figura que, en el Neolítico, hace 8000 años, la esperanza de vida era de 15
años. En la Roma y Grecia clásica, ya era de 28 años. Hace 200 años estaba
entre 30 y 40 años. A comienzos del siglo pasado estaba entre 50-65 años y
actualmente el promedio es de 79 años. Se cree que en el año que viene habrá
personas de 120 años de edad y en el 2050 habrá personas con 150 años. Anna
Freixas, escritora española, afirma, que la “Pobreza de la Vejez se fragua en
la Juventud “… estoy muy de acuerdo
con su pensamiento, por lo tanto, a sembrar salud para recogerla más adelante.
Una
creencia muy arraigada en nuestra sociedad, contempla que, por haber llegado a
una determinada edad, (De 60 para adelante), hombres y mujeres tienen que
cambiar sus hábitos de conducta, inhabilitándose para realizar cosas que poco
antes estaban perfectamente dotados para hacerlas. Las arrugas y las canas, son
el símbolo de que hemos vivido, con una trayectoria llena de momentos buenos,
malos y regulares.
En la “vejez”, es cuando más saberes, experiencia y capacidad para enfocar un tema se tiene; No es cuando se es Joven, porque faltan recorrido y sabiduría para interpretarlos. Es una de las diversas cegueras de nuestra sociedad. Por ejemplo, en el ámbito de trabajo, actualmente, las personas mayores no son las preferidas para ocupar cargos importantes en muchas empresas, sino las que son “jóvenes” … las que tienen entre 35 – 40 años.
Cuando cumplimos años, acumulamos 365 días más de experiencias; tenemos claro lo que a uno le gusta y lo que no; podemos rodearnos de la gente que uno quiere; se valora más la familia, el trabajo, el hobby; teóricamente debe haber más serenidad y riqueza interior; Sabemos mucho más que ayer pero menos que mañana.
En
consecuencia, una vida sencilla, pienso, es el camino más corto para vivirla
sin complicaciones y sin dejarse arrastrar o manipular de lo que es “cool” o
está “de moda”, sin la obsesión de acaparar, poseer, amontonar … de paso, no
imitamos lo que hacen muchos en la actualidad.
Al final,
debe prevalecer lo que cada uno ha querido ser en la vida; por lo pronto yo soy
alegre, optimista, “Solucionóloga”, (término que inventé para indicar que me
encanta ayudar a solucionar de acuerdo con lo que pueda, problemas de amigos y
familia); soy la arquitecta de mi propio destino. Recuerdo que mi mamá me decía
que la prudencia debía ser una cualidad que debía adornar a cualquier persona… trato de seguir sus consejos cuando hablo y
escribo, aunque a veces se me deslizan una que otra imprudencia. Todos los días
le doy gracias a Dios por todas y las muchas bendiciones que recibimos. ¿Amigo
lector/a, Tú cómo eres?
Siempre estoy pendiente de dejar muy cerquita el quiero cerca del puedo… leí en un libro de citas de Henry Estienne, impresor francés, una con sabor a proverbio, un mensaje, que se me quedó grabado: “… si la Juventud supiera, si la Vejez pudiera…”
En última instancia, la vida es un viaje que abarca desde la juventud hasta la vejez y cada etapa tiene su propia belleza y sabiduría. Al sembrar salud y cultivar experiencias significativas, podemos tejer un tapiz de vida, rico y pleno. Me resta decir que La Libertad es algo que todos los que estamos o pasamos esa línea delgada entre juventud y vejez, hay que cuidar como un bien muy preciado para transitar por la vida, sin ser dependientes de y no ser estorbo para nadie.
¿Querido lector, cómo eliges vivir tu vida entre la delgada linea de la juventud y la vejez?
nerea6@yahoo.com