Por Elsie Betancourt
Encajar según el
diccionario de la lengua española, es meter una cosa dentro de otra para que
quede ajustada. Yo llevo toda la vida intentando encajar y no he encajado en
ningún sitio, salvo en mi misma. Me he dado cuenta que casi siempre pensaba y
actuaba bajo el influjo de patrones socio culturales. El tema es que nos
obligan a definirnos, no por lo que somos, sino por “a que grupo
pertenecemos “.
Cuando nacemos, venimos al mundo, puros, inocentes, auténticos. No tenemos conciencia de nosotros mismos y sólo nos mueven los instintos primarios: comer, dormir, llorar cuando no nos satisfacen alguna necesidad. Somos totalmente dependientes de nuestros cuidadores, llámese mamá, nana, tía, abuela… ahí comienza el crecimiento de nuestro ego y vamos adquiriendo el rol que nuestro ámbito familiar y social nos impone.
Me acuerdo de
uno de mis hijos, cuando lo llevaba a cumpleaños; él siempre me decía “Que
nadie me diga nada, que nadie me hable…” yo por supuesto veía con extrañeza
su reacción y me decía que muy posiblemente había heredado lo “insociable”
que a veces yo era, cuando más joven…. Ahora que ya he superado esa necesidad
de hacer lo que todos esperan, navego más fácil en situaciones que a veces son un
poquito jartas.
Si eres
obediente, si no “das guerra”, serás un niño o niña buena. Si eres mas
nervioso o no te va bien en el colegio, cuando eres más grande.. eres un niño
malo, hiperactivo, etc.… según la clasificación que haga el o la psicóloga de
cabecera; aunque para muchos padres, resulte difícil que acepten las
deficiencias de los retoños. Tienes que encajar porque si no, las normas harán
que seas catalogado como “especial”.
La presión por
ser gustado abarca muchos ámbitos. Hay veces que la aprobación de los demás
puede ser determinante en el éxito de un emprendimiento, de cualquier actividad
que implique relación y coincidencia en el saber y hacer de otros.
Hoy mas que
nunca, el uso de las redes o “telarañas” sociales, parece idealizar un
patrón en cómo debiéramos ser, qué debemos comer, qué debemos comprar para
estar in; para los y las más jóvenes, que siguen las modas de los influencers, ese
patrón dicta que música escuchar, que sitios visitar, cómo vestir, etc.…casi
todos muestran una apariencia idealizada y no una realidad.
Pareciera que
las redes sociales, nos llevan a construir una marca personal y como eso, muchas
veces se convierte en una performance que se aleja de quienes realmente somos.
A veces, hay poco espacio para mostrarnos con errores, dudas o días grises. El
deseo de encajar muchas veces nace del miedo a no ser querido, a ser excluido o
castigado por pensar diferente. Muchas
veces se ocultan partes de nuestra personalidad para no ser juzgados.
Es muy cierto que hoy en día, las redes sociales son un motor de ventas …. Pero no hay que exagerar de su influencia extrapolada a otras instancias. Me llama la atención cuando es uno el que hace publicaciones, las cantidades de Likes, provocan una gratificación inmediata ya que estamos siendo aprobados por los demás. Parecería que nuestro bienestar entrara a depender de un agente externo y no de nosotros mismos.
Pienso que
cuando se finge ser quien no eres, se hace un duelo silencioso por la persona
que realmente eres… eso de vivir desde un disfraz debe agotar. Tarde o temprano
el alma pide volver a casa. ¿Cuánto de
lo que mostramos es propio y cuánto es una versión editada, para ser aceptado?
Me gustaría oír sus conceptos, queridos lectores, al respecto. Ser auténtico no es algo que se logra de una vez por todas. Es un camino de prueba y error. No me define lo que hago profesionalmente, ni donde he nacido, ni lo que me gusta, ni cuanto gano. Me define lo que soy y sobre todo, me definen mis acciones. Hay que ser valiente para ser uno mismo; como decía mi papa " genio y figura hasta la sepultura ".
Nerea6@yahoo.com