Por Elsie Betancourt
La
incomodidad es un término que se refiere a la sensación de malestar o falta de
comodidad física o emocional que puede resultar de situaciones y experiencias. Quizás
puede ser una señal de que algo necesita cambiar o de que estamos saliendo de
nuestra zona de confort.
Cuando
decimos “no” a lo que se desea, no por represión, ni por castigo, sino como un
acto de elección consciente, estamos fortaleciendo nuestro “carácter”.
Recientemente ofrecí un almuerzo a mi hijo y a su familia …. Me llamó la atención
cuando llegamos al momento del postre …. Él, fue el único que no lo probó … me
dijo: “no estoy comiendo dulce” …. Wao … pensé, a veces 1 cucharada de azúcar,
puede costar mas que 1000 palabras.
Muchos son los ejemplos que a diario encontramos, que como una gótica en una piedra, nos van formando el carácter: Levantarse temprano cuando el cuerpo pide 5 minutos más; ir al gimnasio a pesar de que en la mente surge la idea de “voy mañana, o más tarde”; dejar el celular a un lado, aunque la notificación suene; decidir quedarse en silencio en medio de una discusión…. Todas esas acciones tienen algo en común: incomodan.
Muchos
son los desafíos que a diario tenemos que enfrentar. Recordemos que, en los deseos
de fin de año, muchos son los propósitos que escribimos para el nuevo año … si
hacemos el balance nos damos cuenta que a veces, éstos se
van desdibujando ya sea por falta de determinación, flojera, resistencia a la
incomodidad, etc.
Estamos
viviendo en una cultura que idolatra el confort. Almohadas ergonómicas, Apps
que nos llevan la comida a la puerta, entretenimiento instantáneo, (prohibido
el aburrimiento). Casi todo, está diseñado para que no sintamos el más mínimo roce.
No se trata de volverse mártir ni vivir a dieta emocional. Se trata de cultivar
el músculo de la Voluntad. No ser esclavo del deseo ni la inercia. Hay que ser
libre de actuar así cueste; libre de resistir, aunque seamos tentados; libre de
esperar, aunque moleste. Puede sonar a una libertad rara, pero en mi
experiencia, muy satisfactoria.
Estaba
haciendo el ejercicio de pequeños actos de incomodidad voluntaria que
fortalecen el alma:
- A nadie le gusta bañarse con agua fría,
siempre está el calentador para salir a defendernos del frio… pero, exponerse
de vez en cuando al agua fría, puede fortalecer la mente y el cuerpo
- La desconexión digital nos puede
aumentar la concentración y la creatividad; ni que decir el efecto que puede
tener en nuestros niños: más juegos, más destreza motora gruesa, más aire libre…
- La actividad física, (cada quien, de acuerdo a sus condiciones), nos ayuda a ejercitar el cuerpo, mejorando la tolerancia al esfuerzo y la gestión del estrés
· Desafiar la mente con nuevas habilidades, puede aumentar la resiliencia y la capacidad de adaptación. Por ejemplo, aprender a tocar la guitarra y si ya la sabes, actualizar esa habilidad…. Aprender un idioma, montar bicicleta, etc.… Nos puede sacar del aburrimiento.Se trata de encontrar la propia forma de incomodidad voluntaria que nos desafíe y nos haga crecer sin poner en riesgo la salud o nuestro bienestar. ¿Qué opinas querido lector? ¿Cuáles estrategias tienes para fortalecer la valentía incómoda?
La incomodidad voluntaria nos recuerda que somos mas que impulsos. Que también somos decisión y que elegir lo difícil, a veces, es el mayor acto de amor propio.
nerea6@yahoo.com