Por Elsie Betancourt
En el más reciente artículo de mi blog, Ideas Peregrinas1,
reflexioné sobre la destrucción que generan algunos intereses.
Cuantitativamente los podemos visualizar pero más cuestionables y no menos
pesados son los que vemos que hacen daños intangibles. Puede parecer que ser
indiferente es cuando “ni se siente, ni se padece”. Esto se asocia a la
insensibilidad, el desapego o la frialdad.
La vida está llena de momentos y circunstancias en la que optar por
mostrarnos indiferentes no siempre es lo mejor.