miércoles, 23 de octubre de 2019

Espera un momento...



Por Elsie Betancourt

            En el más reciente artículo de mi blog, Ideas Peregrinas1, reflexioné sobre la destrucción que generan algunos intereses. Cuantitativamente los podemos visualizar pero más cuestionables y no menos pesados son los que vemos que hacen daños intangibles. Puede parecer que ser indiferente es cuando “ni se siente, ni se padece”. Esto se asocia a la insensibilidad, el desapego o la frialdad.  La vida está llena de momentos y circunstancias en la que optar por mostrarnos indiferentes no siempre es lo mejor.

            En días pasados me tuve que hacer un procedimiento médico en una clínica. Después de la intervención desafortunadamente no pude tener un “feedback” directo del médico porque estaba todavía anestesiada. Mi asistente recibió la información. Mi sorpresa fue la de que éste me había dejado junto con la fórmula médica, otra en la que decía que debía tener 3 días de incapacidad y me vería nuevamente en consulta a las 6 semanas de la intervención. Quien respondería a las preguntas que se me venían a la cabeza? Para él de pronto mi procedimiento fue uno más en su historial, pero para mí era el primero que me hacía de ese tipo. Mi actividad física se vio frenada y sujeta a mi “sensatez” plagada de ignorancia y de temores.

            Supuestamente, la entidad a la que estoy adscrita y en la que religiosamente pago los servicios que en algún momento puede uno requerir,  ofrece los mejores servicios a sus usuarios cumpliendo con facilitar cualquier necesidad medica. Me pregunto, ¿el médico ofrece de igual forma su servicio? Por sugerencia de una amiga he decidido pedir una cita “particular” para ver si así puede atenderme éste y resolver mis requerimientos. (Hmm…Será que en este caso por la plata bailará el perro?...o será que el volumen de pacientes que atiende el doctor es vasto y el no da para tanto?). Vaya uno a saber.

            Tristeza me da pensar en todas esas personas que no tienen los recursos y que en las urgencias médicas mueren o no son atendidas a tiempo, porque les falta un documento o plata y que "algunos" médicos, (porque no son todos) forrados en su indiferencia, ni se dan por aludidos porque eso es lo común: atender la miseria del desvalido y pueden estar ocupados para eso.

            ¿Es necesario practicarla (la indiferencia) para mantener la cordura, vivir con normalidad, disfrutar de una buena comida y una copa de vino mientras los que están alrededor viven unas experiencias no tan buenas?

            A veces es más fácil apartar la mirada de las víctimas. Es pesado implicarse en el dolor y la desesperación de los demás. Para alguien indiferente, sus vecinos carecen de importancia. Por tanto sus vidas carecen de sentido para él. El peligro que se corre es que se deshumaniza el ser humano. A fin de cuentas, la indiferencia puede ser más peligrosa que la ira o el odio. En un estado de ira uno puede crear algo porque es testigo de algo injusto. El odio trae respuestas: puede uno pasar la página y perdonar.

            En algún texto religioso se lee que el ser humano es Indiferente, Negligente y Perezoso, será cierto? Por algo en la oración del  Padrenuestro hay una parte que dice: …”y no nos dejes caer en tentación…” lo cual refuerza la fragilidad de nuestro ser. Como dice un refrán: “Es preferible unas manos llenas de barro y dispuestas a sacar al burro empantanado, que alguien que mira de reojo el barrial sin hacer absolutamente nada”.

             Para terminar con una reflexión de Martin Luther King: “Bien puede ser que tengamos que arrepentirnos en esta generación; no sólo por las palabras y acciones violentas de las personas malas sino por el espantoso silencio y la indiferencia de las personas buenas que se sientan y dicen con un tufillo de indiferencia: “Espera un momento….”

nerea6@yahoo.com
           



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