viernes, 26 de marzo de 2021

Otros Miedos ...

                                                                         

Por Elsie Betancourt

                        Antes de que llegara la pandemia,  otros eran los miedos: la reelección de Donald Trump en el país más poderoso del mundo; la pretensión reeleccionista de Putin, que está bien atornillado en el poder; las reacciones masivas contra la violencia de género, la xenofobia, el desangre de muchos pueblos en Asia, acontecimientos que muestran que unos pocos explotan a los más débiles como pasa en nuestro país… Hemos aterrizado en el uso de esa especie de “burka islámica”, que tanto se cuestionaba y que provocaba miedo y ahora es lo que mental y físicamente nos mantiene a salvo.

            Estos nuevos tiempos nos traen otros desasosiegos;  nos están mostrando cómo se han roto las rutinas y las formas de hacer las cosas. No puedo generalizar que a todos nos ha afectado,  porque hay un gran % de personas que no cree realmente en lo que está pasando y les importa poco las medidas que rigen para aguantar el “monstruo” ;  para ellos no pasa nada y siguen como si nada.  Sin embargo, hay que echarle cabeza a los nuevos valores y objetivos que están surgiendo, porque El Covid nos ha sacudido fuertemente y muchas de las “certezas” en materia económica, social y política están tan firmes como el flan… el confinamiento para frenar la propagación del virus es a lo que los dirigentes de cada circulo social, echan mano para pararlo. Nuestra vida se puede asociar a un gran juego Lego; las fichas que la conformaban se desarmaron y ahora poco a poco tenemos que estar re-armando una nueva estructura, nuevos intereses, nuevos sueños.                                                                                                        


            La ciencia no ha logrado informar con certeza, cual es el origen de ese mal que nos tiene a todos sitiados… el impacto real sobre la salud, las formas de contagio o las curas posibles… estamos esperando… Este evento, uno de los mas dramáticos que ha vivido la humanidad en este siglo XX1 por su intensidad y magnitud le llueven explicaciones pero a la larga, “nadie sabe nada”.  El que estaba con alguna deficiencia física le afloró y quizás se exacerbó en este confinamiento… cualquier matrimonio que se encontraba tambaleando cayó… cualquier negocio que estaba en vaina, fracasó…. las relaciones familiares disfuncionales, han explotado haciéndolas mas visibles;  si el aburrimiento, el ocio  y la pereza mandaban la parada en la rutina diaria,  con esta pandemia, deben haber mutado a cuadros de depresión, a  engordar (muchas libras de más) y que se yo, a otras “covi-consecuencias”.        

                         “La Maestra Pandemia” ha tenido sus incidencias, positivas y  negativas. Prefiero analizar las positivas, (porque las negativas ya las conocemos y nos han dolido todas sus consecuencias, todas las pérdidas irreparables de seres queridos y sigue castigándonos con la incertidumbre y el cansancio…).  Entre lo positivo que se puede rescatar de la pandemia, es el proceso de depuración externa e interna, que la situación ha traído, no importando la raza, el color, la edad, el sexo, el entorno en que nos movemos.                                                                                                                                                                                                      Valdría la pena revisar en los closets a ver qué nos sobra, para regalar o compartir con los que poco tienen. No sólo en los closets, sino en la vida, qué cosas nos sobran y acercarnos más a lo que es importante, a lo que otros necesitan y ayudar. El minimalismo está decorando muchos aspectos de nuestra nueva realidad.

            Podría decir que este nuevo estado de vida,  ha sido un “acelerador de sueños”. Muchos han hecho aterrizar sueños que nunca imaginaron. En la educación por ejemplo, hemos tenido que reconsiderar cuáles deben ser los aprendizajes esenciales y cómo se deben evaluar. Lo digo yo desde mi práctica de docente en música, en donde las soluciones creativas innovadoras y flexibles se han enseñoreado. Las competencias digitales, las socio-emocionales otrora poco imaginables en la nueva instrucción, poseen la llave para abrir otros niveles de “absorción de conocimientos”. Los hobbies del cerebro, los que considero son las actividades en las que pensamos todo el día, son las que hay que sacar a flote para hacerlas realidad. Los emprendedores creo han tenido su oportunidad de desarrollarlas y concretarlas. Bien por esa ola.


            Casi nadie habla de lo que hemos perdido, de lo que hemos concedido, sólo de lo que podemos perder: la vida. Quizás en un mediano plazo, seremos menos libres, tendremos menos oportunidad de ejercitar nuestro albedrío, cargaremos más miedos y evitaremos que nuestros semejantes nos den besos y abrazos. No creo que exista el camino fácil, que conduzca de la pandemia a un mundo mejor, más ecologista y menos desigual. Aun así, creo que hay más oportunidades de cambio para que esta crisis tenga sentido. Tenemos que trabajar para que el nuevo horizonte que se vislumbra,  despeje esos miedos que tanto nos están marcando. Ojalá el amor sea la próxima pandemia…

nerea6@yahoo.com

lunes, 8 de marzo de 2021

¿Elogio a lo Desechable?

Por Elsie Betancourt

Estimados amigos/as, con placer los saludo hoy, deseando que todos se encuentren bien. Agradezco el tiempo y el espacio en sus agendas para leer mi blog Ideas Peregrinas… 


    

            La otra vez caminando por el malecón del rio vi a una pareja de ancianos, agarrados de la mano con sus respectivos tapabocas. Pensé al verlos, que la ternura y el afecto que transmitían debió ser producto de los muchos años juntos y el compromiso y la perseverancia que debió marcar su relación. Esa escena, me lleva a pensar en el contraste que hay con algunas de las actitudes de nuestra “actualidad”.

            En muchas sociedades del mundo, parece que todo es desechable. Apenas algo empieza a dañarse o gastarse, (con cero mantenimiento) se regala o se bota; cuando nos cansamos de algo,  lo desechamos o actualizamos con algo más nuevo o más brillante. Lo hacemos con los teléfonos celulares, la ropa, los autos y lamentablemente hasta con las relaciones. Aunque puede ser bueno deshacernos de las cosas materiales que ya no necesitamos; cuando se trata de algo de gran importancia – el matrimonio, la familia, los valores – la mentalidad de remplazar lo original en pos de lo moderno, puede traer un profundo remordimiento o de pronto no, todo depende.

            Indudablemente que los beneficios que recibimos de algunos productos desechables son evidentes; son cómodos, prácticos, rápidos es decir le simplifican la vida a cualquiera en cualquier momento. También es cierto que este consumo es debido a la moda o en ocasiones a las necesidades inmediatas (mas no las básicas)… será que necesitamos cambiar de celular con tanta regularidad? Podríamos habituarnos al empleo de envases reutilizables la mayor parte del tiempo?  Ojalá el chip nos cambie.

            El ámbito al que se expande el modernismo en donde lo light reina  incluye las comidas sin calorías, sin grasas, cervezas sin alcohol, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, coca cola sin azúcar, mantequilla sin grasa y de repente personas sin sustancia, sin contenido, entregadas al dinero, al poder (al precio que sea), al éxito y al gozo ilimitado sin restricciones. Es posible que esas personas “light” tengan un gran vacío moral y no sean felices a pesar de tenerlo “todo”…

            Creo que el bombardeo mediático al que somos invitados a diario, lo podríamos evitar si nos mantenemos firmes en los principios en los que hemos sido educados años atrás para así atrevernos a desafiar esa cultura light que nos es presentada de manera tan atractiva. Me llama la atención el concepto que pulula en el mercado laboral y en muchos escenarios y es el de desalojar a las personas maduras,  (los de 60 para arriba y si son mujeres, más rápido que ya) reconocidas por su experiencia y sabiduría, quienes muchas veces ostentan puestos jerárquicos en cualquier empresa y son candidatos/as “algunas veces” a ser remplazados por personas “más jóvenes” dizque porque los primeros están obsoletos y viejos… aquí cabria recordar que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

            Que la población envejezca significa que se viven más años, en el mejor de los casos, hay más experiencia y es lo que estamos viendo hoy. La reducción de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida de las personas (que está ascendiendo), impactan directamente la composición de las edades de la población mundial… con este panorama, la población de los adultos mayores sube como la espuma.

            De todo este estado de cosas, afortunadamente está aflorando un sentimiento a aferrarnos a lo real, a algo que nos diga que todo está bien, que no vamos a echar a perder nuestra auto-estima, nuestra familia. Existe en muchos una gran esperanza, de regresar a la espiritualidad, una búsqueda por lo verdadero y no desechable; el futuro de este planeta que es finito,  no lo puede ser (desechable)…. Hoy por hoy la consciencia hacia un entorno sostenible, restaurado y saludable,  está creciendo. Creo que valdría la pena expandir nuestra mente y reflexionar sobre trabajar para el mundo futuro, con acciones concretas que empiecen desde cada uno, desde  la casa: cuidar la salud, ahorrar agua, cuidar los árboles, los animales,  porque hay que pensar en el entorno que deben disfrutar, hijos, sobrinos, nietos y en general todos los seres vivos. No paga seguir acrecentando el elogio a lo desechable y reconocer que no todo lo viejo hay que hacerlo a un lado.

nerea6@yahoo.com