Por: Elsie
Betancourt
Hace unos días estuve visitando el
Museo Romántico, cuna de archivos pertenecientes a la historia de Barranquilla.
Se presentaba un excelente coro masculino que contrastaba grandemente con el
entorno tan derruido y oscuro que nos rodeaba; pero a la vez mostraba la
grandeza de los que en forma altruista quieren recuperar ese tesoro oculto que
ahí se alberga, ofreciendo ese espacio para que no transite en el olvido y se
realce su valor cultural. Al llegar al
Museo se me vinieron muchos sentimientos tristes, por el desarraigo que se
tiene con estos sitios que debieran ser conservados y arropados por las
autoridades pertinentes. Su actual estado deja poco a la imaginación para
desear visitarlo. Una donación sugerida tímidamente a los asistentes al evento
refuerza la idea urgente de meterse la mano al bolsillo para sacar adelante esta
institución.
En muchas ocasiones los archivos domésticos han servido para ilustrar hechos y momentos históricos importantes de la ciudad, el departamento o el país y que se suelen encontrar en estos museos. La documentación que se guarda a lo largo de los años es un tesoro que hay que preservar para las generaciones futuras. El tema es que, por falta de recursos, en el Museo Romántico, por ejemplo, pulula el comején, la humedad, los murciélagos y la falta de los servicios básicos, entre otros, como testigos mudos de todas esas fotos, documentos y objetos (15000, según me dijo el Presidente “adhonorem” de la Junta que está al frente y que tienen mucha historia que contar); todas las personas que forman la Junta, se resisten a que sean eliminados o echados al cuarto de San Alejo o a un botadero de basuras, todo el acervo que está arrumado en rincones, cuartos sin ventilación alguna y estantes viejos.
La memoria colectiva histórica, las tradiciones y nuestras habilidades ancestrales no reciben demasiada atención en la sociedad actual. Y eso que la Unesco ha rescatado demasiado. Todos sabemos que las tradiciones y nuestro patrimonio cultural están muy presentes en nuestras vidas. Esas tradiciones son como fluidos que se mezclan con las circunstancias, influencias y costumbres modernas de ahora. De ahí, digo yo, éstas se pueden perder siguiendo una evolución natural y desaparecer sin que nos demos cuenta, como está ocurriendo.
Yo no soy ni historiadora, ni
curadora de museos, soy una simple ciudadana que piensa que los museos pueden
ayudar a recordar y transmitir a los más jóvenes esos contenidos intangibles de
nuestra cultura pero que siguen vivos en la memoria de muchos y me resisto a ver calladamente como se deterioran los testigos mudos de la historia en Barranquilla.
Habrá personas que dirán que no se
debe estar acumulando papeles, fotos, vestidos ni cuadros viejos y “pasados de moda” …
en la noche de los tiempos no debemos dejar que se esfume ese legado que
tenemos. Es triste ver como se pierden algunas tradiciones, pero sé que existen
lugares y entidades que se han comprometido a salvarlas y lo están logrando.
¿Porque no vamos a hacerlo nosotros? ¿Que habrá que hacer para que este Rosario
de Romances con el pasado no se rompa? ¿Con quién habrá que hablar? Como decía
Rodrigo mi esposo “averígüelo Vargas” ….
nerea6@yahoo.com
Hola Elsie, buenas tardes. Ha sido una de las lecturas más conmovidas que he hecho, tu rosario de romances debe seguir hilvanándose con otros rosarios, hasta que la fuerza de la coherencia y el llamado al respeto por nuestros ancestros -cuya esencia se desvanece poco a poco en una tradición oral, poco conversada- hasta que el clamor de los educadores y los que de alguna manera somos gestores culturales se pueda apertrechar para que nuestra historia local y nuestras tradiciones no se viertan al precipicio del olvido.
ResponderBorrarJorge Nazim Artel