jueves, 11 de julio de 2019

A lo Pinocho...


"El fin no debe justificar los medios..."

Por Elsie Betancourt

            El “Quentin” que nos tocó escuchar recientemente de Ficbaq nos dejó  en un “chispero” y viendo que para motivar a lograr un objetivo se puede utilizar cualquier “mentira” o   “disfraz” sin  que medie escrúpulo alguno.
La ocurrencia hizo creer que vendría el gran maestro del cine Tarantino, al Festival internacional de cine en Barranquilla y resultó que todo fue una campaña para atraer asistentes, porque el homenajeado era el famoso “Descabezado” del Carnaval de la Arenosa. El anuncio de la llegada de Tarantino despertó en todos un entusiasmo general para estar cerca del ser de otro mundo que venía a engalanar el evento. Tremenda mamadera de gallo que molestó a muchos, primero por ser “puro cuento” y segundo por estar algunos medios de comunicación, metidos en el rollo de la propaganda.

             En algún momento de la vida, el ser humano ha mentido, se ha dicho mentiras y lo peor es que se las cree. El problema surge cuando esas mentiras afectan a otros, afectan a la gente que les creyó y confió en ellos. Mentir viene del latín mentir, (mentir, hundir un embuste con la mente). El embustero dirige pueblos, ilusiona mentes y enreda a las personas. Personalidades políticas la usan para subir al poder, por las mentiras pasan desde curas, líderes, genios y grandes filósofos. Sabemos que mienten los niños, los adolescentes, los adultos, los amigos, los jefes, los empleados, los compañeros de trabajo, la familia, la pareja, y sigue la lista…será que se miente para no herir susceptibilidades o para quedar bien ante los demás? Habrá alguien que no haya escuchado mentiras a su alrededor? Y lo que es más elocuente, existe alguna persona que no haya mentido en algún momento de su vida? Las mentiras piadosas se justifican?

            Nos sentimos decepcionados y engañados cuando descubrimos que nos mienten, pero qué ocurre cuando somos nosotros quienes mentimos, cuando tratamos de justificar nuestras mentiras como un bien o un mal necesario? Mentimos porque nos mienten o nos mienten porque mentimos? Todas las anteriores inquietudes requieren de un análisis psicológico, que no es el caso ventilar aquí.

            ¨Pinocho”, el súper famoso cuento infantil de Collodi tocó el tema. Cada vez que el famoso muñequito de madera decía una mentira, la nariz le crecía y le crecía. Era la manera caricaturesca de estigmatizar la mentira por muchos años considerada como indicio de una personalidad con problemas. El paso de los años, ha venido a darle a la mentira un puesto en la sociedad, en el sentido de que se la considera una especie de lubricante de la vida en comunidad.

            Preocupa considerar que mentir no es grave, creyendo y votando por gente que nos toma por idiotas útiles. La única manera de que volvamos a ser una comunidad “seria”,  es cuando prime la ética en lo que hacemos, para asegurarnos de que el fin, ojalá, no justifique los medios.

nerea6@yahoo.com

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