Por Elsie Betancourt
En Europa es una costumbre antigua
elegir reyes y reinas simbólicos, para las distintas festividades en las cuales
las ganadoras representan las virtudes de la nación y otras ideas abstractas.
El primer concurso moderno en Estados Unidos fue llevado a cabo por el dueño
del Circo Barnum.
Eso fue en 1854; su idea no prosperó por protestas populares; antes había hecho concursos de perros, bebes y aves. Los concursos siguieron y no se convirtieron en lo que son actualmente, hasta la segunda guerra mundial cuando las “reinas de belleza” se reclutaron para vender bonos y entretener a las tropas.
Eso fue en 1854; su idea no prosperó por protestas populares; antes había hecho concursos de perros, bebes y aves. Los concursos siguieron y no se convirtieron en lo que son actualmente, hasta la segunda guerra mundial cuando las “reinas de belleza” se reclutaron para vender bonos y entretener a las tropas.
Podría inferirse, que los reinados de
belleza son una manifestación cultural y deben su existencia a una nostalgia
aristocrática para aquellos países donde no hay reinas ni reyes. En países
tercermundistas, estos certámenes son altamente significativos, porque por
ejemplo aquí en Colombia tenemos hasta el reinado del coco, (que utilidad
tendrán esos eventos, además de ser folclóricos?).
Durante medio siglo, los reinados y el fútbol, eran la gran pasión de
muchos colombianos. El fútbol sigue vigente pero los reinados no tanto. Ahora todo
ha cambiado. La competencia de la televisión por cable, el Internet, las
plataformas digitales como Netflix y HBO y las que no podían faltar: las redes
sociales han logrado que la noche de la coronación sea sólo un programa más.
Antes, era costumbre reunirse en casa y con amigos, para ver el certamen que
alcanzaba altos niveles de audiencia.
Una de las posibles razones de este cambio es que hace unos años era
difícil acceder a imágenes de mujeres con poca ropa. Pero ahora, existen varias
revistas, programas, muestras de arte, fotografías en los que los desnudos han
pasado a ser algo cotidiano y nadie se escandaliza por ver desvestidas a las
Evas del siglo XXI.
Sin embargo, no deja de sorprender que en el país existan todavía 3794
celebraciones, conocidas como carnavales, ferias, fiestas patronales, etc. en
las que abundan los reinados. Valdría la pena analizar si los reinados al
reforzar la idea de mujer “perfecta”, le dan fuerza al machismo. Expertos
psicólogos opinan que “los reinados de hoy en día lo refuerzan y en
especial a los estereotipos de las
mujeres operadas que deben medir 90-60-90; el tener senos gigantes y la cola
parada, es hoy la premisa, porque sin tetas no hay paraíso…
Entre otras cosas, en Francia, desde
el 2013 están prohibidos los reinados para niñas menores de 16 años. En Estados
Unidos, la industria de la belleza infantil genera millones de dólares en
ganancias. El tema es que se empieza desde muy temprano a distorsionar la
imagen y apariencia de las niñas cultivándoles la idea de mujer perfecta en lo
físico, descuidando aspectos más importantes, como la de cultivarse como seres
inteligentes y destinados a liderar procesos.
Sin embargo, ya hombres y mujeres han
mostrado su indignación frente a los reinados por considerarlos sexistas y una
forma de perpetuar la cosificación de la mujer, la hipersexualización de las
niñas y los trastornos alimenticios, asociados a los cánones de belleza que las
exigen altas, delgadas y en lo posible rubias.
Si bien es cierto que cada quien
tiene sus cadaunadas, vale la pena no olvidar que en un mundo en donde lo que
manda la parada es el lucro y la ganancia económica a cualquier precio, la
belleza es un artículo más de consumo y en nuestro imaginario una calidad
femenina. Las mujeres siguen funcionando como objeto para los varones, ratificándose
el estereotipo de “tonta bonita”.
Los concursos de belleza son una
muestra en pequeña escala de la sinrazón del mundo en que vivimos: clasista,
machista, dominado por poderes que generan una cultura superficial, todo lo
cual nos convoca a seguir luchando por otro “mundo posible”.
El problema no es ser bello, sino
tener la obligación de serlo.
nerea6@yahoo.com
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