jueves, 11 de julio de 2019

¿Otro Mundo Posible?


Por Elsie Betancourt

           En Europa es una costumbre antigua elegir reyes y reinas simbólicos, para las distintas festividades en las cuales las ganadoras representan las virtudes de la nación y otras ideas abstractas. El primer concurso moderno en Estados Unidos fue llevado a cabo por el dueño del Circo Barnum.
Eso fue en 1854; su idea no prosperó por protestas populares; antes había hecho concursos de perros, bebes y aves. Los concursos siguieron y no se convirtieron en lo que son actualmente, hasta la segunda guerra mundial cuando las “reinas de belleza” se reclutaron para vender bonos y entretener a las tropas.

         Podría inferirse, que los reinados de belleza son una manifestación cultural y deben su existencia a una nostalgia aristocrática para aquellos países donde no hay reinas ni reyes. En países tercermundistas, estos certámenes son altamente significativos, porque por ejemplo aquí en Colombia tenemos hasta el reinado del coco, (que utilidad tendrán esos eventos, además de ser folclóricos?).

               Durante medio siglo, los reinados y el fútbol, eran la gran pasión de muchos colombianos. El fútbol sigue vigente pero los reinados no tanto. Ahora todo ha cambiado. La competencia de la televisión por cable, el Internet, las plataformas digitales como Netflix y HBO y las que no podían faltar: las redes sociales han logrado que la noche de la coronación sea sólo un programa más. Antes, era costumbre reunirse en casa y con amigos, para ver el certamen que alcanzaba altos niveles de audiencia.

            Una de las posibles razones de este cambio es que hace unos años era difícil acceder a imágenes de mujeres con poca ropa. Pero ahora, existen varias revistas, programas, muestras de arte, fotografías en los que los desnudos han pasado a ser algo cotidiano y nadie se escandaliza por ver desvestidas a las Evas del siglo XXI.

          Sin embargo, no deja de sorprender que en el país existan todavía 3794 celebraciones, conocidas como carnavales, ferias, fiestas patronales, etc. en las que abundan los reinados. Valdría la pena analizar si los reinados al reforzar la idea de mujer “perfecta”, le dan fuerza al machismo. Expertos psicólogos opinan que “los reinados de hoy en día lo refuerzan y en especial  a los estereotipos de las mujeres operadas que deben medir 90-60-90; el tener senos gigantes y la cola parada, es hoy la premisa, porque sin tetas no hay paraíso…  

              Entre otras cosas, en Francia, desde el 2013 están prohibidos los reinados para niñas menores de 16 años. En Estados Unidos, la industria de la belleza infantil genera millones de dólares en ganancias. El tema es que se empieza desde muy temprano a distorsionar la imagen y apariencia de las niñas cultivándoles la idea de mujer perfecta en lo físico, descuidando aspectos más importantes, como la de cultivarse como seres inteligentes y destinados a liderar procesos.   
  
     Sin embargo, ya hombres y mujeres han mostrado su indignación frente a los reinados por considerarlos sexistas y una forma de perpetuar la cosificación de la mujer, la hipersexualización de las niñas y los trastornos alimenticios, asociados a los cánones de belleza que las exigen altas, delgadas y en lo posible rubias.

           Si bien es cierto que cada quien tiene sus cadaunadas, vale la pena no olvidar que en un mundo en donde lo que manda la parada es el lucro y la ganancia económica a cualquier precio, la belleza es un artículo más de consumo y en nuestro imaginario una calidad femenina. Las mujeres siguen funcionando como objeto para los varones, ratificándose el estereotipo de “tonta bonita”.

         Los concursos de belleza son una muestra en pequeña escala de la sinrazón del mundo en que vivimos: clasista, machista, dominado por poderes que generan una cultura superficial, todo lo cual nos convoca a seguir luchando por otro “mundo posible”.

El problema no es ser bello, sino tener la obligación de serlo.

nerea6@yahoo.com



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