En el reino de la hipocresía, la sinceridad es la gran incomprendida, la que todos evitan ...
Por Elsie Betancourt
Por todos es conocida la frase que se le asigna al
filosofo griego Sócrates: “Sólo sé que nada sé”. Ésta propone la idea de que nadie tiene la
verdad “pelá” y es necesario tener la disponibilidad y voluntad de aprender así
como de adquirir nuevos saberes.
En ocasiones, los límites del conocimiento sobre algún
tema, hacen que haya personas que hablan
como si conocieran todo sobre éste cuando en realidad ignoran el contenido del
mismo. El ignorante cree saberlo todo, cree tener la razón e incluso dicta
cátedra. El hecho de reconocer que los conocimientos no tienen límites, que no
todo está dicho es lo que separa a los sabios de los verdaderos ignorantes.
La verdad aunque duela, es algo que todos preferimos y
que a la vez necesitamos. Es el único modo con el que podemos armarnos para
poder pasar la página dejando a un lado la falta de certeza y ante todo la
inestabilidad emocional que supone no saber. Como dicen los entendidos en la
materia, una palabra no representa algo real y menos un ideal, ésta puede
significar cosas diferentes en la mente de personas diferentes, en
circunstancias, entornos y culturas diferentes.
Un ejemplo que la historia da, en cuanto a verdades
aceptadas porque lo dicen otros, es el caso de Galileo, antiguo matemático,
astrónomo y físico, el padre de la ciencia moderna. Fue uno de los primeros
hombres que escudriñó los cielos con un telescopio y empleó sus observaciones
para sustentar una teoría que era objeto de debate en la época: que la Tierra
giraba alrededor del sol y por lo tanto
no era el centro del universo. Cuando lanzó su teoría “ardió Troya , porque los teólogos de la inquisición
romana consideraron que era una absurda
e insensata afirmación que iba en contravía a la interpretación común de la
Biblia y a la opinión de los Santos Padres y de los doctores en teología. Fue
llevado ante el tribunal de la inquisición romana y fue obligado ya estando muy
mayor a abjurar de lo que había investigado y
para no sufrir tortura y castigo, lo hizo. Corría el año de 1633. Hoy se comprueba que lo que él decía era
cierto, la Tierra gira alrededor del sol. Fue condenado injustamente, nadie lo sabía…
Desafortunadamente, crece más la ola de los que confiamos
a ojo cerrado en lo que nos manifiestan los que se han dedicado un poco más a
investigar sobre temas varios. Sin desconocer el avance de la ciencia que ha
resuelto múltiples problemas en la vida
del ser humano siguen por ejemplo muchas preguntas que están aún en el limbo. Que si
los problemas neurológicos se modificarán con X o Y medicamento, nadie lo sabe; que si los dolores de espalda
son ocasionados por malas prácticas en las múltiples actividades que todos
hacemos y si las terapias y medicamentos que todos aconsejan son la solución
para ellas, nadie lo sabe. Porqué hay tantos abusos contra niños y mujeres?
Nadie sabe que pasa por el cerebro de esos “especímenes humanos”… y así para
optar por las verdades verdaderas que se podrá hacer? Seguir en su búsqueda?
Cuando refrescamos lo que hacen las figuras políticas de
turno, que derrochan saludos a los tristes, menesterosos y desamparados; cuando
saborean platos y bebidas populares que nunca han dispuesto en sus mesas y
visitan lugares muy inhóspitos que jamás han contemplado como destino
vacacional, despidiendo un poco a su
majestad la sinceridad, se proyectan mas las verdades a medias.
En otro escenario, es interesante ver a lo que nos aferramos los humanos cuando
de resiliencia se trata. Por ejemplo cuando un enfermo terminal decide qué
hacer con sus últimos días o meses de vida, cuando éstos se le escapan sin
control, es una decisión valiente que no la puede cuestionar la ciencia ni la sabiduría que exhiben los “expertos”
… Muchas veces ni el dinero, ni el poder, ni las pertenencias pueden devolver lo más esencial que tenemos y
que en muchos casos no se puede recuperar: la vida.
Las verdades cuando son a medias, a la larga involucran a
personas con fe y sin ella. Personas a las que a veces la fe no les dice nada,
porque no pueden imaginar lo que es tenerla. De pronto son personas que la perdieron
si alguna vez la tuvieron y se les quedó
por el camino y no les interesa mucho por dónde. Sería bueno abandonar la
especulación antes de enunciar una teoría dice un refrán. Como decía el
pensador Charles Collon, “El mayor amigo de la verdad es el tiempo, su más
encarnizado enemigo el prejuicio y su constante compañera, la humildad…”
nerea6@yahoo.com
Magnífica reflexión Elsie. Me sumo a cada uno de tus conceptos y los comparto en su totalidad !
ResponderBorrarGrcs Ame
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